Se cumple un nuevo aniversario del terrible atentado terrorista contra la Argentina con el doloroso saldo de 85 personas muertas y 300 heridos. Doce años después, en octubre del 2006, la Justicia recién acusó formalmente a funcionarios del gobierno de Irán de planificar el atentado y a Hezbolah de ejecutarlo. En noviembre de 2007 Interpol ratificó las conclusiones judiciales y ordenó la emisión de circulares rojas para capturar a un ciudadano del Líbano y cinco fugitivos iraníes. Desde entonces el gobierno argentino ha requerido a Irán la extradición de los presuntos responsables para ser juzgados. Lamentablemente, Irán se ha negado reiteradamente a contestar los exhortos y a cooperar con la Justicia.
Tres dramáticos hechos subsiguientes completan el cuadro de dolor. Uno, el incompresible memorándum de entendimiento con Irán, que, a juicio del fiscal especial de la causa, era un mecanismo que perseguía, básicamente, el levantamiento de las cédulas rojas y la impunidad de los responsables. El segundo, la inesperada muerte del fiscal Alberto Nisman tras haber acusado de encubrimiento a la presidente de la nación y al señor Héctor Timerman. El tercero, el archivo de la causa, el ataque gubernamental a la memoria de Nisman y el impasse en la investigación de su muerte.
Una historia que inevitablemente une en la misma tragedia criminal a la AMIA y a Alberto Nisman. Silenciar al fiscal Nisman era la llave de la impunidad para los responsables en la causa de la AMIA. Nadie como él sabía que el memorándum de entendimiento perseguía el único propósito de levantar las cédulas rojas. Su experiencia personal tras una tercera reunión en la sede de Interpol en Lyon lo debe haber convencido. En esa oportunidad pudo comprobar la génesis del punto 7 del memorándum y, posteriormente, concluir en la existencia del delito de encubrimiento.
Fue en Lyon donde la delegación iraní tuvo conciencia de que un acuerdo de partes podía suplir la orden de un juez argentino para levantar las circulares de Interpol. Así lo afirmó expresamente el director general de Interpol ante testigos. Nisman también estaba presente.
La redacción del punto 7 del memorándum de entendimiento permite recordar esa reunión. Esa cláusula tuvo un mecanismo de entrada en vigor diferente al resto del instrumento. Bastaba, para el punto 7, la sola firma, mientras que el resto del memorándum requería la ratificación parlamentaria. Ese dato inexplicable e inédito en derecho internacional deja pocas dudas sobre las intenciones del memorándum.
A pesar de que el atentado criminal a la AMIA ha sido un ataque contra la Argentina, el mayor asesinato de judíos desde la Segunda Guerra Mundial, la investigación judicial sigue en el limbo tras la muerte de Alberto Nisman. El doloroso recuerdo de nuestras víctimas, que incluye la muerte del fiscal, exige justicia y condena a todos los responsables. Es nuestra obligación moral que no quede en el olvido.