La Liga Árabe, integrada por 22 países de Medio Oriente y el norte de África, ha declarado como “grupo terrorista” a la organización musulmana libanesa Hezbollah (en árabe, ‘partido de Dios’). Una decisión de enorme significación política y jurídica, al dejar en evidencia que las acusaciones de ser una organización terrorista ya no son sólo de Estados Unidos, la Unión Europea y, entre otros, la Justicia argentina. También refleja el grado de aislamiento regional de Irán y en particular del régimen sirio, al tiempo que es una nueva muestra del tenor del enfrentamiento entre chiítas y sunitas.
Hezbollah fue creada como rama militar en 1982 por Irán, como respuesta a la intervención de Israel en el sur del Líbano. Recibe armamento y financiación a través de la Guardia Revolucionaria Iraní y contribuciones adicionales de comunidades chiítas en diversas partes del mundo. Fue la única milicia que no se desarmó tras los acuerdos de Taif (1989) que pusieron fin a quince años de guerra civil.
El grado de dependencia de Hezbollah con Irán, entre otros ejemplos, ha quedado de manifiesto en la guerra civil en Siria, al haber sido el primer contingente enviado por Teherán en apoyo de Damasco. También como brazo terrorista de decisiones criminales emanadas en Irán. Es presunto responsable de más de cien atentados perpetrados en distintos países, entre otros, en el Líbano, Israel, España, Dinamarca, Reino Unido, Kuwait, Francia, Arabia Saudita, Turquía, Bulgaria, Chipre y Argentina.
A título de ejemplo de la responsabilidad de Hezbollah en numerosos atentados, las Naciones Unidas crearon un tribunal internacional formado por 28 países, incluido el Líbano, para investigar el asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri. En 2011, cuatro miembros de Hezbollah fueron acusados y un quinto en el 2013. Pese a las alertas rojas de Interpol, no fueron apresados. Sin embargo, fueron juzgados in absentia por el asesinato.
La Justicia de Argentina acusó formalmente a Irán de planificar el brutal atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y a Hezbollah de ejecutarlo. El juez de la causa ordenó la captura de siete ex funcionarios iraníes y un miembro operativo libanés de Hezbollah. Interpol ratificó las conclusiones de la Justicia argentina y ordenó la emisión de circulares rojas para la captura de los acusados. Lamentablemente, a diferencia de lo ocurrido con Hariri o en otras causas judiciales en terceros países, motivos políticos siguen dilatando inexplicablemente el juicio y la condena de los presuntos responsables.
Diversas fuentes públicas señalan que Hezbollah mantiene células activas en más de veinte países. Argentina, Brasil y Paraguay se mencionan habitualmente. La Triple Frontera es también considerada como posible fuente de financiación de Hezbollah y Hamas. La Justicia paraguaya, en el 2002, inició algunas causas al respecto. Causa decepción que ni Argentina ni Brasil hayan dado pasos similares.
La comunidad internacional debería tomar debida nota de la decisión de la Liga Árabe respecto de Hezbollah, al representar un cambio significativo por parte del principal organismo regional. Hezbollah deja de ser considerado por la amplia mayoría del mundo árabe como un grupo de resistencia legítimo para pasar a ser reconocido como una organización criminal. Era hora de que ocurriera.