Por: Sabina Covo
Seis parejas del mismo sexo han establecido una demanda en la corte de Miami Dade, porque piden poder casarse en la Florida. Auguro que muy pronto les será posible. Recuerdo claramente cuando tenía 18 años recién cumplidos y llegué a vivir a Miami Beach. Al bajar el McArthur Causeway se abrió el mundo ante mis ojos. Viajé el día después de mi grado de bachiller a estudiar periodismo en los Estados Unidos. Venía de Cartagena De Indias con la cara hinchada de tanto llorar por dejar a mi familia y a la sociedad en la que vivía bajo principios tradicionales de nuestra Latinoamérica. Miami Beach en ese momento para mí, era un mundo de colores que activaba fácilmente mi curiosidad por explorar su diversidad. Era y es simplemente fantástico. La tierra de la libertad. En ese momento, contraste, Cartagena era un lugar conservador y cerrado, poco atractivo para una “periodista del futuro”.
En Miami encontré mucha diversidad: gente de todo tipo y cultura, raza, modo de vivir y orientación sexual. Para mí, toda una novedad a la que me adapté rápidamente. Después de tomar una clase de feminismo en la universidad, en la que para mi sorpresa, la mitad del curso eran lesbianas, entendí que cada cual debe elegir su modo de vivir siempre y cuando esté dentro de la ley de nuestra sociedad y no se haga daño a los otros. También entendí que ser feminista no es ser lesbiana, hoy día me considero una feminista. Debatir temas como los del matrimonio gay, por ejemplo, es sano y siempre será sano, si deja vivir en libertad a un grupo que elije tomar ese camino. Algunos piensan que se le puede hacer daño a nuestros niños por el hecho de que el concepto de matrimonio para la religión debe ser entre hombre y mujer, o porque se cree que no es ético estar con alguien del mismo sexo o porque daña la institución matrimonial. Creo que si dos seres se aman y se apoyan mutuamente, debería estar dentro del margen de la ley poderse beneficiar de vivir en sociedad, como toda pareja heterosexual.
Hoy día soy madre de dos niños, y a veces debato con mi esposo acerca de qué le diremos a alguno de nuestros chicos el día que pidan ir a casa de un amiguito que tenga padres del mismo sexo. Y cada vez que por alguna circunstancia llega el tema a la mesa, llego a la misma conclusión, la transición del mundo de la comunidad gay y lesbiana, es inminente y positiva. Han pasado de estar escondidos, como es el caso de los muchos que vivían en nuestra sociedad tradicional latinoamericana, a vivir libremente y actuar a su manera. Estos cambios sociales son parte de la época de nuestros hijos. No hay mucho que explicar.
El fiscal general de Virgina ha dicho que aboga por que en su estado las parejas del mismo sexo se puedan casar. Lo que pase en ese estado, o en la Florida, podría cambiar la manera de ver el matrimonio gay en el Sur de Estados Unidos. Los cambios definitivamente vienen de norte a sur, son geográficos y generacionales, y hablan del progreso hacia una sociedad libre. Ya los veremos.