El espectáculo de adentro

Santiago Chotsourian

Felizmente, ya estamos sentados. Dispuestas las luces… esta vez, se abre el telón de celofán. Qué estridencia hace al abollarlo y enseguida se oye el aleteo del rayo laser atravesando en falso los primeros zurcos plateados del sonoro metal. El espectáculo esta noche es adentro. Nos ofrecemos libre y gratuitos un espectáculo interior titulado: escuchar música.

 

Cuestión de piel

Vamos a decir por empezar que escuchar música es algo que sucede siempre adentro. Esto es una certeza desde el punto de vista neurológico, físico y acústico. Lo que llamamos sonido no existe como tal en el bandoneón que toca Piazzolla, por ejemplo; ni siquiera en los parlantes está el sonido. La sensación de la música se organiza en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo todo (en la piel) a partir de las variaciones de presión del aire que el oído contabiliza y rinde a nuestra conciencia emocionada.

 

Piazzolla sesentista

Llegó a nuestras manos el volumen II de la serie histórica con material inédito y sonido restaurado dedicada, justamente, a nuestro Astor Piazzolla que comprende el período 1965-1967 editada por Universal con curaduría del siempre agudo Diego Fischerman. Para todos los que nacimos en esos mismísimos años significa esto nada menos que la posibilidad evocar mediante el oído el paisaje sonoro de aquellos años sesenta tan mentados, recuperando en cierto modo el aroma de su más sabroso caldo de cultivo.

 

Diabólico cruce

Se producía hacia 1965 un Concierto de tango en el Philharmonic Hall de New York tocando Piazzolla con su Quinteto Nuevo Tango. Dicho sea de paso, hace pocos días, curiosamente, presentó en Buenos Aires Rodolfo Mederos (sucesor indiscutible de Astor) un repertorio “sinfónico” de exquisita factura.

Track 1: “Tango diablo”, track 2 : “Romance del diablo”, track 3 : “Vayamos al diablo”… Un macabro juego de asociaciones libres genera la fantasmagórica alucinación de que el Juez Griesa en sus años mozos haya estado allí sentado en el Philharmonic Hall de NY escuchando este mismo concierto mientras se grababa, y que su jadeante respiración y el hitchcockiano  aleteo de una bandada de buitres negros se confunde con el soplido de fondo y el ruido ambiente del registro, a Dios gracias, reducido a su mínima expresión por los restauradores sonoros de esta cinta, Roberto Serfiati y Diego Vila.

Hiela la sangre lo que viene a hacer Piazzolla en esta oportunidad, ante ese público, la audacia de sus planteos y la vitalidad de su impronta. No en vano dedica expresamente este registro a sus maestros: Alberto Ginastera, Nadia Boulanger; y a la Ciudad de Buenos Aires.

Difícil imaginar un espectáculo sonoro más significativo y extremo que éste, para decirlo en términos viales, un “cruce peligroso” de lo más radicalizado de la vanguardia académica internacional de los ‘60 con lo más genuino de las callecitas de Buenos Aires.

 

¿Me cuidás el asiento?

Hacemos un intervalo para ir al baño pero rápidamente nos aprontamos para una segunda parte de este espectáculo de salón que decidimos autoproducirnos hoy, puertas adentro, para el más egoísta de los disfrutes, y enseguida comienza a sentirse el calor de un “Verano porteño” especialísimo cuya marca térmica sería difícil precisar a medio siglo de distancia. Y en este clima transcurre y despeina la música de Melenita de Oro.

 

Revolución y después

A los postres nos teníamos reservado nada menos que un “Revolucionario”, con Antonio Agri cadenciando casi tan magistralmente como podría hacerlo hoy o mañana su hijo Pablo en cualquier escenario de la ciudad. Suerte que tenemos que estos grandes maestros por más singular que haya sido su existencia nos hayan prodigado herederos que no se limitan a la mera reproducción sino que se aventuran a recrear y reinventar con ingenio y audacia como lo hizo el mismo Piazzola respecto del tango de su época. Es discutible, de todos modos, esta relación entre Piazzolla y el “piazzollismo”.  A veces entra en un territorio confuso el lenguaje de Piazzolla y es como que se pierde lo suyo en medio de tantas versiones y revisiones. En esto hay que agradecer y celebrar el que alguien se haya tomado el trabajo de recuperar los originales que despejan de modo tajante y no sin cierta violencia, la paja del trigo.

 

La casa, multiespacio cultural

Preparo un café y antes de irnos (a la cama) escuchamos el track 15, que es un “Retrato de Alfredo Gobbi” de perfecto acento y exquisito ornato violinístico que bien podríamos dejarlo acá colgado en la pared del living de nuestra casa, convertida hoy en un verdadero multiespacio cultural. Que descansen.

 

Astor Piazzolla, Completo en Philips y Polydor. Volumen II 1965-1967, Universal.