Por: Santiago Maggi
Si los políticos no quieren llegar a un acuerdo, el mercado los forzará a tal, incluso aún en tiempo complementario.
Estados Unidos enfrenta la última hora para resolver el abismo fiscal y la mesa de negociación sigue careciendo de una resolución que evite una recesión severa en los próximos días. El juego político se tornó costoso a final de semana después que los mercados reaccionaron con una fuerte movida de venta por la no aprobación del llamado “Plan B” de los Republicanos.
Actualmente, la discusión se resume en el umbral que definirá las personas de alto ingreso a las que se le cobrarán más impuestos en el 2013, pues las diferencias en el tema de recortes en el gasto han pasado a un segundo plano. Lo único que queda es esperar de ambos partidos es qué tanto tiempo se tomarán para construir los argumentos más creíbles ante sus votantes para justificar la demora que tiene netamente una explicación de estrategia política, y no una razón de peso que les impediría arribar al convenio. Bien lo representó Lloyd Blankfein, CEO de Goldman Sachs, cuando afirmó que si esta misma discusión se diera en un ambiente de negocios, existiría 100% de probabilidad de haber llegado a un acuerdo.
Los inversionistas han demostrado que ya están cansados de enfrentar tanta incertidumbre simplemente por antojo del legislativo, y que si los políticos no quieren llegar a un acuerdo, el mercado los forzará a tal. El problema es que la postergación genere mayores pérdidas que eliminen las buenas ganancias cosechadas en el mercado accionario estadounidense durante el 2012, y que esto repercuta negativamente sobre la perspectiva optimista para el 2013.
Pero al igual que en todo juego, no nos podemos rendir hasta que el referí haga sonar el silbido final.