Por: Santiago Maggi
El 2014 pasó la cuenta a los mercados emergentes, y a la negación sobre el impacto que podían tener contingentes relevantes en el comportamiento de los mercados financieros en estas regiones.
En este caso, la decisión de culminación del QE por parte de la FED no fue necesariamente el protagonista de la reciente corrección, como era el caso en junio del 2013. Aunque este evento no deje de ser relevante para los pronósticos de las economías emergentes, la razón principal tiene raíces fundamentales más profundas, la coyuntura económica en China.
Esta semana, el anuncio de las cifras de manufactura en China medidas por el HSBC Flash Manufacturing PMI, para el mes de enero, reportaron contracción en la actividad económica del “Gigante Asiático”. Este es el nivel más bajo desde julio de 2013. Este reporte preliminar es soportado por la caída en inversión en activos fijos a finales del 2013.
El informe sobre el PIB de China para el 2013 expuesto la semana pasada, mostró el menor crecimiento anual desde 1999, y que si no fuera por 0,1% de crecimiento en el PIB, sería el nivel más bajo desde 1990.
Esta coyuntura en el continente asiático, sumado al riesgo que tiene la industria financiera china no regulada (conocida como “shadow banking”) en el proceso de restricción crediticia en China, y el reciente comienzo del “tapering”, tiene directas implicaciones para las economías emergentes, y para el funcionamiento de los mercados emergentes.
Los inversores que tienen el ojo puesto en mercados emergentes, incluyendo América Latina, deben poner mucha atención a los acontecimientos en China, pues la actividad económica en estos países dependerá en gran manera del desenvolvimiento de la economía en China.