Por: Victoria Donda Pérez
La extrema delgadez como requisito para alcanzar el ideal de belleza vigente es una de las características que la sociedad, el mercado y los medios de comunicación imponen a nuestros jóvenes como parámetro del éxito, como elemento necesario para “pertenecer” a un determinado grupo y ser aceptados por otros.
El alcance de dichos estándares de belleza, basados en la extrema delgadez, curvas pronunciadas, músculos marcados, tez blanca, entre otros, no sólo contribuyen a la cultura de la discriminación y negación de la diversidad, sino que también promueven conductas alimenticias perjudiciales para la salud física, mental y social de mujeres y varones, siendo los principales sujetos de riesgo las y los jóvenes.
La Argentina carece de estadísticas oficiales referentes a los niveles de bulimia y anorexia, sin embargo, numerosas ONGs que se dedican a la temática han señalado a nuestro país como poseedor de niveles preocupantes de anorexia entre jóvenes.
Actualmente se encuentra proyectándose en nuestros cines con mucho éxito la película “Abzurdah”, basada en el libro del mismo nombre escrito por Cielo Latini. En ella se narra la historia de una adolescente de clase media acomodada que conoce por internet a un chico nueve años mayor que ella, con quien inicia una relación y del que se enamora perdidamente. La relación se vuelve una obsesión para Cielo, la protagonista, para quien la opción de dejar de comer se transforme en la ilusión de una vida perfecta.
Creo necesario que debatamos con los jóvenes acerca de los estereotipos de belleza que el mercado nos impone, y como, el tratar de encajar en ellos, nos acerca muchas veces peligrosamente a la enfermedad.
Es importante que el Estado intervenga en la de-construcción de esos estándares de belleza que imperan entre nuestros adolescentes y que se han impuesto con tal fuerza que, entre otras muchas cosas, son causal del fenómeno del “bullying” que tanto ha dado que hablar por estos días.
Tanto desde mi labor en el Congreso de la Nación, como desde el ejercicio de mi profesión, y asumiendo un lugar en la defensa de los derechos de las mujeres y los niños, esta temática me preocupa especialmente y entiendo necesario abordarla con un enfoque interdisciplinario y con carácter preventivo.
En ese marco, elaboramos dos proyectos de ley que tienen como finalidad desalentar las conductas llevadas a cabo por quienes se benefician en la imposición de determinados estereotipos de belleza que contribuyen a su retroalimentación. Uno propone regular la masa corporal que deben de tener las modelos para poder participar de desfiles de moda, y el otro regula el uso del Photoshop y otras formas de modificación digital de la imagen corporal en la publicidad gráfica.
Pero, insisto, el abordaje de la problemática debe ser multidisciplinario, y es sumamente importante comenzar por romper con los estereotipos de géneros, urgiendo la necesidad de transmitirle e inculcarle a nuestros adolescentes que no existe “La belleza”. Que todos y todas somos distintos/as, que lo que consideramos “bello” depende de cada una/o de nosotras/os. Que la “perfección” en los cuerpos no debe estar ligada a lo que nos dictan desde las usinas de la industria de la moda. Y que nada es más valioso que ser una misma.