Mañana, 30 millones de argentinos estarán habilitados para acudir a las urnas en unas elecciones legislativas de un alto valor político. Es cierto que, siendo la renovación de la mala elección hecha por el Frente para la Victoria en 2009, la composición del Congreso Nacional no variará demasiado en relación al número de legisladores del oficialismo. Por este motivo, lo que se espera para los próximos dos años es poca actividad parlamentaria nacional y mucha actividad política fuera de ese ámbito legislativo. De todos modos, no sería oportuno tampoco descartar una borocotización a la inversa porque, con un gobierno en retirada, ¿qué incentivos tienen quienes ponen al poder cómo un fin en sí mismo para quedarse en el oficialismo?
Es oportuno aclarar, porque lamentablemente muchos encuestadores “olvidan” hacerlo, que los porcentajes de los comicios que se celebran este domingo se toman sobre votos afirmativos (excluye votos en blanco) válidamente emitidos (excluye votos nulos), por lo cual por esa sola circunstancia suben automáticamente los porcentajes de todos los candidatos que superaron el corte del 1,5% que les pedía la ley electoral en las PASO para poder participar de las elecciones generales.
La presidente de la nación ha mejorado su imagen (o al menos evitado un mayor deterioro) durante su convalecencia. Si bien no hubo un efecto similar al que generó el luto por el deceso de su esposo, sí propició cierta empatía por los problemas de salud que la aquejan. No habría que dejar de lado tampoco, para explicar cierta mejoría de su imagen, el hecho de que esta ausencia le impide hablar en público, siendo considerable el rechazo y la irritación que generaba en sus últimas alocuciones. No es extraño que una presidente tildada habitualmente de soberbia mejore su imagen estando enferma y callada.
Como consecuencia directa de esto, muchos de los habituales “aplaudidores” de la presidente han recobrado otro protagonismo y desarrollado otras funciones más relevantes que aquélla. Los menos entusiastas del aplauso, como el gobernador Daniel Scioli, se han beneficiado con la ausencia de Cristina durante la campaña y se los vio más relajados y con otro protagonismo. Martín Insaurralde también aprovechó la situación y trató de “colgarse” de la popularidad y buena imagen del gobernador.
Sin embargo, y como dice la canción que interpretan Los Auténticos Decadentes, esta parece ser “la calma que antecede al huracán” para el ex motonauta. Ciertamente, es difícil lo que se viene para el gobernador bonaerense. Habiendo dedicado mucho tiempo y energía en una sorda disputa con el kirchnerismo más duro, ahora que no tuvieron más remedio que ponerse a su servicio se encuentra con un nuevo y gran escollo político como es el intendente de Tigre. Ante esta situación, por responsabilidad o conveniencia política, decidió evitar las señales contradictorias que solía enviar y transformarse el arma principal con el que cuenta el FpV para estas elecciones.
Con un Sergio Massa seguro triunfador en la provincia más importante del país y ante la concreta posibilidad de controlar el Congreso provincial, la situación política presenta muchos interrogantes para Scioli. Sigue contando con el beneplácito de un gran porcentaje de la población que lo ve como un presidenciable, pero tiene el apoyo apenas circunstancial del kirchnerismo. Jamás será, para Cristina Fernández de Kirchner, un sucesor confiable y sin dudas ella hará lo imposible para que Scioli no sea el próximo presidente. Habrá que ver con cuánto poder de “fuego” llegue para imponer un “dedazo” en el 2015.
No es ilógica la decisión del gobernador de darle dura batalla a Sergio Massa en la provincia sabiendo que será uno de sus rivales de mayor fuste para la nación en 2015. A los obstáculos institucionales y políticos que el gobernador tenía por el lado del kirchnerismo, ahora le va a sumar a todos los legisladores provinciales e intendentes aliados que formarán parte del Frente Renovador y que también le harán la vida imposible; un verdadero sándwich político en el que Scioli se lleva la peor parte.
Como si todo esto fuera poco, el ex motonauta tendrá un obstáculo más y es la posible radicalización del gobierno de Cristina durante los próximos dos años. Ante la imposibilidad de reformar la Constitución Nacional e ir por una reelección, ¿por qué motivo daría la presidente un giro hacia la moderación disgustando así a la tropa fiel? Si esto se diera así, ¿va a conservar Daniel Scioli su imagen de responsabilidad y sensatez o le van a facturar el apoyo a un gobierno decadente? Todo esto comenzará a vislumbrarse a partir del 28 de octubre así que, por lo pronto, ¡a votar!