En el reino de la actual campaña electoral cualquier político puede hacer cualquier promesa. Todo vale a la hora de ofrecer su mercancía. Nos están abrumando con su verborragia de soluciones para nuestros problemas. Todos dicen saber cómo se hace, pero nadie dice por qué no lo han hecho hasta ahora. Oficialismo y oposición se acusan mutuamente de que no los dejan trabajar. Casi es un programa de gobierno lo que expone cada candidato, como si se tratara ésta de una elección presidencial, cuando sólo se van a elegir legisladores.
Quizá la ciudadanía esté esperando que antes de solucionar el superávit comercial o la balanza de pagos o las grandes cuestiones de la política exterior, se pongan de acuerdo para hacer que la gente tenga una mejor calidad de vida. Sólo se trata de un puñado de leyes que están al alcance de las legislaturas: 1) que no haya más menores de edad pidiendo limosna en la vía pública; 2) que los jubilados tengan un ingreso mínimo igual al valor de la canasta familiar (de lo contrario que los Legisladores vivan con 2.500 pesos por mes); 3) que todos los jóvenes que terminan su instrucción básica tengan un puesto de trabajo subvencionado por el Estado durante un año. Finalmente, 4) que los hospitales cuenten con los elementos para atender como corresponde a las personas que sufren.
Como se ve, se trata sólo de unas pocas leyes que harían felices a muchos compatriotas que hoy tienen profundas carencias. Sin distinciones de banderías políticas y sin egoísmos personales es posible que los legisladores se pongan de acuerdo de la misma manera que se ponen de acuerdo cuando tienen que aumentarse las jugosas dietas que cobra cada uno.
En ningún caso un argentino debe ser entregado al desamparo de la miseria. Ese podría ser uno de los caminos para que nuestra sociedad se reconcilie en serio con la dirigencia política y puedan borrarse las divisiones que nos afectan. La paulatina desaparición de las diferencias de clase es uno de los resultados de la evolución histórica de las sociedades de tipo occidental que apuntan a que haya más justicia.
Hoy, en nuestro país, la justicia equivale a eliminar la miseria, borrar los privilegios y terminar con las discriminaciones. Es una tarea para quienes resulten electos el domingo.