Nadie estaría diciendo nada novedoso si afirmara que el actual gobierno practica un fuerte discurso social de sesgo izquierdista. Así lo atestiguan las posiciones ideológicas de varios de sus integrantes y allegados más conspicuos.
Tampoco puede negarse que desde el oficialismo han partido iniciativas tendientes a mejorar la situación de sectores profundamente carenciados de nuestra sociedad.
Lo que está en cuestionamiento ahora y luego de diez años de gestión prácticamente sin oposición es si el Gobierno ha tenido éxito en aquellos objetivos que se había propuesto alcanzar. Y hasta qué punto su prédica populista se refleja cabalmente en su accionar de establecer la estrategia acorde con los objetivos que pregona.
Para encarar este análisis es imprescindible tener en cuenta el resultado de las últimas elecciones. El Gobierno no sólo perdió votos en las grandes ciudades, sino también en casi todos los distritos del conurbano donde se supone que están los destinatarios de aquellas políticas de ayuda.
¿Qué ha pasado? Lo más probable es que el ciudadano común tiene preguntas y expectativas que el Gobierno todavía no ha podido o no ha sabido responder.
Veamos. ¿Los integrantes de la Suprema Corte de Justicia son personas de bien o son unos “turros” como dijo en su momento la señora Hebe de Bonafini? ¿El nombramiento del Papa Francisco es para festejar o para lamentar como lo señaló en un tuit la inefable Agustina Kampfer, pareja del vicepresidente Amado Boudou?
Si este es un gobierno de izquierda, ¿qué tienen de izquierdistas Lázaro Báez o Cristobal López, o los integrantes del grupo Vila-Manzano, entre otros? Cuando la señora presidenta tiene que atender su salud o la de sus hijos lo hace en centros privados de primer nivel desdeñando el hospital público adonde deben concurrir los sectores más humildes.
La inflación está alta y va en aumento, aunque el secretario Guillermo Moreno lo niegue. La inflación está en el bolsillo de la gente y perjudica principalmente a los más necesitados. Ya no importa si es del 20 o del 30 por ciento anual. El Gobierno está devaluando a razón de un centavo por día.
Cada vez hay más ventas de autos importados de alta gama a raíz del subsidio que significa la cotización de esos vehículos en dólares al cambio oficial. Aumenta la cantidad de argentinos que viaja al exterior y gasta afuera cada vez más dólares. Entre enero y septiembre de este año, llevan gastados 6.755 millones de dólares por el denominado dólar tarjeta, es decir viajes al exterior, retiros en efectivo con tarjetas de crédito y compras por Internet. Todo ello ocurre a partir de las políticas implementadas desde el Gobierno.
También está confuso el acuerdo con el Ciadi-Banco Mundial y ni hablar del pacto secreto con la empresa Chevron para que invierta en nuestro país. Como telón de fondo aparece el desmesurado incremento patrimonial de los funcionarios.
Quizá los periodistas de 6 7 8 puedan explicarle a la ciudadanía que todo esto apunta a que la gente esté cada vez mejor y que éste es el camino para reducir las desigualdades. A juzgar por el resultado de las últimas elecciones, hasta ahora no lo han logrado.