Aunque el Gobierno sigue negando públicamente algunas realidades, es indudable que el desbarajuste económico alcanzó tales proporciones que lo ha empujado a tomar medidas cuya eficacia real está por verse.
Uno de los principales peones del oficialismo, el ministro de Economía Axel Kicillof, tuvo que moverse hasta Francia para hacer una propuesta de pago ante el Club de París. En Buenos Aires se subió a un avión de Aerolíneas Argentinas, pero sólo hasta Brasil, donde cambió por otro de Air France. El ministro nunca se ha mostrado muy predispuesto a transitar los pasillos de los organismos financieros internacionales.
Ocurre que la Argentina está en deuda desde 2001 con 16 de los 19 países integrantes del club, por unos 10.000 millones de dólares. Los más perjudicados son Japón, acreedor de 2.359 millones de dólares, y Alemania, con 2.136 millones. Esto significa que en esos 19 países están trabadas las líneas de créditos flexibles para las compañías extranjeras que quieran invertir en nuestro país. La Argentina necesita urgentemente esas inversiones.
Por otra parte, la AFIP controla día por día los precios en los supermercados; aplica nuevas trabas a las compras con tarjetas por internet y el Banco Central redobla controles sobre las casas de cambio (mientras los arbolitos compran y venden dólares a voz en cuello en Florida y Lavalle, a una cuadra de la comisaría 1ª).
En medio de todo este descalabro la Presidenta reapareció con reiteradas críticas a viejos contubernios, pero sin expresar una palabra de aliento para la gente que sufrió y sigue sufriendo por los cortes de luz. Algunos esperaban que dijera cómo se va a detener la caída de las reservas. En lo poquito que va del año se perdieron 840 millones de dólares; 12.700 millones en 2013 y 22.400 millones desde comienzos de 2011, según se ha publicado. En un año el peso se devaluó 56 por ciento.
“Hay una manifiesta incapacidad en la gestión para la solución de los problemas”. Esto no lo dijo ningún político de la oposición. Lo dijo la “columna vertebral” del peronismo, esto es, los trabajadores reunidos en la CGT de Hugo Moyano y la de Luis Barrionuevo. El pronunciamiento fue rubricado por 105 gremios entre los que estaban dos que responden al Gobierno: La Fraternidad, de Omar Maturano, y la UTA, de Roberto Fernández. El campo ya hizo una protesta con 800 productores y prepara otras.
En tanto el Correo Oficial lanzará la emisión de 19 estampillas que reflejarán los progresos alcanzados en materia de derechos humanos y justicia social durante la década ganada.
Ya en el terreno más político el Gobierno observa con atención la interna desatada por la sucesión de Cristina. El gobernador Daniel Scioli dijo: “Me preparé toda la vida para ser presidente” y aseguró que ya tiene la suficiente experiencia propia y antecedentes como para dar ese salto. Todo indica que Scioli despejó una de sus principales dudas: si debía esperar ser ungido por el dedo presidencial, o si era mejor no cargar con esa mochila.
La situación es tan complicada que hasta los resucitados se acomodan por lo que pueda acontecer. Luego de dar varias entrevistas locales el ex presidente Eduardo Duhalde se corrió hasta el Vaticano para sacarse una foto con el Papa Francisco y mantener una conversación privada. Ambos se conocen desde 2001 cuando Duhalde lanzó el Diálogo Social bajo el paraguas de la Iglesia. Allí Jorge Bergoglio tuvo una activa participación.