Por: Andrés Domínguez
Comenzamos a defender al campo con Elisa Carrió desde Afirmación para una República Igualitaria (ARI) y Coalición Cívica hace más de diez años. En aquel momento todas las actividades aún estaban en pleno auge, y el propio sector soportó sin mayores reclamos sucesivos aumentos de los derechos de exportación (retenciones). Los números daban bien y la política parecía poco importante. En 2006, días después de que prohibieran las exportaciones de carne, advertimos lo que generaría esa medida: menos producción, menos empleo y, a la larga, aún mayores precios internos de los alimentos. En 2007 nuestra propuesta se tituló “Dejar en paz al campo”, contó incluso con la firma del socialismo y de Margarita Stolbizer, pero aun así el interior del país votó principalmente al kirchnerismo.
Las líneas centrales de aquella propuesta guiaron la acción de toda la oposición en el Congreso y luego se transformaron en el núcleo de las 13 iniciativas agroindustriales del PRO. Esta propuesta es un compromiso público de Mauricio Macri, firmado en abril de 2014, un año y medio antes de estas elecciones. Eliminar los Registro de Operaciones de Exportación (ROE) y abrir las exportaciones, eliminar todas las retenciones (en carnes, granos, productos regionales) y avanzar en la rebaja para la soja, invertir en infraestructura, eliminar trabas internas al comercio y hasta persecuciones que han sufrido muchos productores, son el centro de nuestro plan. Esta propuesta fue además la primera en poner en agenda a las economías regionales para verlas como un verdadero motor de desarrollo en todo el interior, en lugar de ser actividades de subsistencia, siempre olvidadas en la agenda de los candidatos a presidente. También nos comprometemos a mejorar los planes de fomento para que dejen de ser una caja política de gobernadores y funcionarios que perpetúan a los pequeños productores en el atraso y la pobreza. Queremos usarlos como verdaderos planes de reconversión productiva, que estimulen el arraigo rural, la incorporación de tecnología y el mejor manejo de recursos naturales. Esto se puede hacer con un Ministerio de Agroindustria que trabaje con toda la cadena de valor y que tenga también en cuenta las cuestiones de alimentación interna y seguridad alimentaria global, uno de los grandes desafíos que enfrenta hoy la humanidad.
Este trabajo además goza hoy del aval del radicalismo y del partido FE, del líder de los trabajadores rurales, Momo Venegas. En el equipo que lo realizó confluyen técnicos provenientes de diferentes partidos. Hemos estudiado el detalle del costo fiscal de las medidas y su financiación. Además se ha logrado un amplio nivel de consenso con expertos en el tema.
A diferencia de 10 años atrás, cuando comenzamos, la situación de rentabilidad se ha esfumado. Todas las economías regionales están en una profunda crisis, se destruyó la ganadería incluso en la agricultura pampeana, en campo alquilado ya no es negocio. A esto se debe sumar la silenciosa hipoteca ambiental que nos deja la falta de rentabilidad: menor rotación, peores prácticas agrícolas y falta de fertilización adecuada, ya que todas estas tareas son irrealizables para productores endeudados que ni siquiera saben si van a poder vender los frutos de su trabajo o a qué precio se los permitirán comercializar.
El deterioro de Argentina es profundo en términos sociales, económicos e institucionales. La oportunidad de revertirlo es en las elecciones presidenciales. Hemos construido los acuerdos y el canal político de ese cambio. En agro tenemos las propuestas, el equipo, años de trayectoria que lo avalan y el compromiso de Mauricio Macri. Para que esto se vuelva una realidad, la única alternativa es que en agroindustria también Cambiemos.