Por: Ceferino Reato
Miguel Bonasso dice que, “en una insólita persecución extra-periodística y extrajudicial”, yo mentí sobre su testimonio la semana pasada ante el juez Ariel Lijo, que investiga el asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci, ocurrido el 25 de septiembre de 1973.
En realidad, como cualquiera puede observar si relee mi artículo del 5 de marzo en Infobae, escrito y publicado antes de su declaración testimonial, yo me referí a todo lo que Bonasso ya escribió sobre ese crimen en algunos de sus numerosos libros.
No podía hablar de su declaración ante el juez porque todavía no había ocurrido.
Mi interés sobre Bonasso es, en realidad, muy limitado; se reduce a esos escritos dado que fueron citados por mí en el libro Operación Traviata, que impulsó la reapertura de la investigación judicial del asesinato de Rucci, hace más de seis años.
Sintetizo esos escritos de Bonasso:
1- En la página 141 de Diario de un clandestino, del 2000, Bonasso afirmó que el jefe de Montoneros, Mario Firmenich, le informó que ese grupo armado, del que Bonasso formaba parte, había matado a Rucci.
“De manera fría y seca, (Firmenich) nos confirma oficialmente que Rucci fue ejecutado por la Organización”, escribe.
Bonasso asegura que planteó a Firmenich su desacuerdo con el asesinato porque “es una abierta provocación a Juan Perón”, quien dos días antes había ganado las elecciones con más del 61 por ciento de los votos.
Incluso, Bonasso describe cómo fue de valiente, teniendo en cuenta que se trataba de una organización vertical, rígida: “El Pepe (Firmenich) recién se impacienta cuando argumento que una organización revolucionaria no puede producir un ajusticiamiento sin asumirlo públicamente porque, si no, equipara sus acciones a las de un servicio de inteligencia. La frase, me parece, conspira contra mis posibilidades de ascenso”.
2- En la página 142 de ese libro, Bonasso asegura que en una cena, Lino (el sobrenombre del maestro y pedagogo cordobés Julio Roqué) le había dado detalles del crimen: “Me contó con pelos y señales el atentado contra Rucci. Incluso dibujó un pequeño croquis para que entendiera la operación, que fue difícil y compleja (…)”. Lino conocía bien la emboscada porque fue el jefe del pelotón que mató a Rucci, según sostengo en Operación Traviata.
3- En la página 143, Bonasso señala: “Ayer, los integrantes de la célula que conduce el diario Noticias fuimos al Tigre, a la isla de Walsh, a realizar prácticas militares (…) De regreso a la capital, mientras esperábamos que llegara la lancha en el embarcadero, volví a tocar el tema Rucci con Paco. Me preocupó su respuesta porque tenía un fuerte componente emocional, de evidente desengaño con el Viejo (Perón): ‘Ahora sabe que no puede llamarnos un día juventud maravillosa y al siguiente pegarnos una patada en el culo´”.
4- En otro libro, El presidente que no fue, de 1997, en la página 592, Bonasso sostiene que en julio de 1973 la Tendencia Revolucionaria, hegemonizada por Montoneros, “movilizaba a cientos de miles de adherentes, tenía influencia en las ocho gobernaciones más importantes del país, controlaba la Universidad, sacaba un semanario que tiraba 90 mil ejemplares y se aprestaba a lanzar un diario (Noticias)”. Entre esas gobernaciones estaba la de Buenos Aires; Bonasso identifica al principal asesor del gobernador Oscar Bidegain, “el montonero Norberto Habegger (que figuraba con su seudónimo de Ernesto Gómez)”, y que fue uno de los jefes del Operativo Dorrego, realizado por miembros del Ejército y de Montoneros. Es otro dato importante para la Justicia, que investiga la posible participación de funcionarios bonaerenses en la emboscada contra Rucci.
Todo esto ha sido escrito por Bonasso en años en que la causa judicial sobre el asesinato de Rucci estaba archivada. En aquel tiempo, él no consideraba que estaba “delatando” (el verbo es de Bonasso) a Firmenich sino que solo ejercía su profesión de periodista sobre hechos que estaban enterrados en el pasado.
Ahora, las cosas parecen haber cambiado y es posible que la justicia termine citando a Firmenich, en parte por los escritos de Bonasso.
Es comprensible que Bonasso esté disgustado y no quiera aparecer como un “delator”. ¿A quién le gusta, en especial cuando hay una causa judicial de por medio? Pero no debería enojarse conmigo por lo que él mismo ya escribió.