El problema de las villas no es la pobreza

Christian Joanidis

En la primera clase suelo decirles a mis alumnos que antes de hacer cualquier cosa es necesario definir el problema correctamente: de lo contrario todas las acciones que se planifiquen no resolverán la situación que realmente nos preocupa.

¿Son las villas en la ciudad de Buenos Aires un problema? Yo creo que no, creo que son un hecho, una realidad y por lo tanto no se puede hablar de una solución para el problema de las villas. Sí, en cambio, se puede hablar de una solución para los problemas de la villa. Parece una cuestión meramente retórica pero aun así implica un cambio de paradigma en el pensamiento de quienes vivimos en la Ciudad de Buenos Aires y sobre todo de quienes ocupan puestos de gobierno.

Como toda realidad, la villa tiene luces y sombras. Palermo y Recoleta también son una realidad -distinta, claro está- con sus luces y sombras. Sucede que a diferencia de otros lugares de la ciudad, las villas concentran una mayor cantidad y una mayor diversidad de problemas. Esto no las vuelve ni peores ni mejores: son simplemente sitios más vulnerables. Desde hace dos años trabajo como voluntario,  junto a curas villeros, en la Villa 21-24-NHT Zabaleta y para mí también fue un proceso este cambio de paradigma. Mi voz no es la del sociólogo ni la del asistente social, sino la del que intenta explicar desde su experiencia lo que sucede a su alrededor.

Hay que derribar un mito: la pobreza no es “el” problema de la villa. Si el problema de la villa fuera la pobreza –y aquí estoy apelando al concepto más llano de pobreza como carencia material- entonces la solución estaría en la asignación de recursos económicos. Sin embargo, no se trata sólo de asignar recursos económicos.

Estoy convencido que la problemática de la villa puede englobarse en una palabra: marginalidad. Este concepto encierra un sinnúmero de situaciones en las que generalmente se pone de manifiesto la vulnerabilidad de quienes viven en estas zonas: precariedad laboral, precariedad habitacional, narcotráfico, problemas de integración con el resto de la ciudad, entre otros. El problema no es tanto económico como estructural. Está claro que es necesario asignar recursos a proyectos que puedan dar solución a estos problemas estructurales, pero primero tienen que idearse estos proyectos.

Es muy fácil decirlo, no tan fácil comprenderlo, menos fácil aún implementarlo. Para solucionar los problemas de la villa el primer paso es comenzar a ver a sus habitantes no como una parte del problema sino como la solución. Potenciar los cuantiosos aspectos positivos que tienen la cultura y la forma de vida de las villas es el camino para encontrar soluciones a esta problemática de la Ciudad de Buenos Aires.