Por: Claudio Zin
Gracias a Dios “habemus papam” y se llama Francisco. El, solo él, sacude a la vieja y adormilada Europa, para que despierte y vea, mire, tome nota, y haga algo.
Frente a las costas europeas se produce el éxodo masivo más importante de la historia contemporánea, cientos de miles, un millón probablemente (de acuerdo al recuento hecho por drones americanos sobre las costas de Libia), de gentes, de personas desesperadas, que intentan buscar solo un lugar seguro donde no los asesinen, torturen o violen. Escapan de sus países sometidos a guerras crueles y caen en manos de traficantes/delincuentes/fanáticos religiosos/ que los embarcan hacia las costas italianas, maltesa y griega. No a las costas españolas que están “vigiladas” por los narcotraficantes.
El pasaje, en un bote grande de madera viejo, maltrecho, sobrecargado, con (a veces) una botella de agua para cada uno, cuesta alrededor de 1500/2000 € por pasajero.
En botes (viejas carretas del mar en realidad) con capacidad para 100/200 personas, embarcan 900/1000, amontonadas en cubiertas y sentinas, con combustible para llegar a la isla de Lampedusa (italiana perteneciente a la región Sicilia) 180 millas de las costas de Libia
Doscientos kilómetros separan a Italia de Libia, territorio sin gobierno, sin control, sin interlocutores válidos, con cientos de miles de migrantes en sus costas, esperando el turno para cruzar a Europa, buscando la felicidad (tal como dijo hace pocas horas SS), buscando la tranquilidad de un lugar civilizado. El Mediterráneo es el puente a cruzar para lograr una vida posible o al punto final, el cementerio, para los desesperados de siempre.
Seis mil migrantes llegaron a Italia en el transcurso de los primeros meses de este año, otros 2000 han muerto en el mar. Los últimos, hace sólo un par de días. El gran bote/carreta en la mitad de la noche del domingo pasado a 60 millas del puerto de partida(un tercio del recorrido), en aguas internacionales, se detiene, el viejo motor no da más y muere; están al garete, gritan, lloran. Un barco carguero portugués advierte su presencia iluminada solo por una lámpara roja de 60w y coronada de lamentos, se acerca para socorrerlos, la ley del mar lo impone. Los migrantes fugitivos de la cruel realidad de sus países (Eritrea, Somalia, Siria, Mali, Etiopia, Nigeria, y otros), se acercan y apoyan sobre una de las bandas, todos al mismo tiempo buscando ver a sus salvadores, el gran bote da una vuelta de campana y desaparece en la noche más oscura. Rescatan a 28, solo 28; estos testigos, cuentan que a bordo había cerca de 900 personas, un tercio mujeres y un cuarto niños menores no acompañados.
Al día siguiente frente a las costas de Rodas, la gran isla griega de las cruzadas, otras 200 personas mueren en pleno día en otro naufragio de otra carreta del mar.
Ante esta realidad, Italia propone: 1) bombardear con drones (que USA no quiere aprobar ni mucho menos prestar, se lo comentó Obama a Renzi hace pocos días), los botes en las costas de Libia, 2) crear corredores humanitarios ( en Egipto, en Túnez) que podrían usar los migrantes para pedir asilo a Europa. 3) mandar una fuerza militar europea a las costas de Libia para controlar el flujo de migrantes, antes de su partida 4) que el alto representante de ONU en Libia, León, haga algo rápidamente para lograr un gobierno de acuerdo en Libia, con quien dialogar para el control de sus costas, alguien que pida ayuda a la comunidad internacional.
Europa, el resto, no contesta, mira para otro lado; 26 países no quieren comprometerse en este tema, que Italia, Grecia, se las arreglen como puedan con todos estos desesperados.
Fuerza Francisco, insista solo Su Santidad puede lograrlo.
Gracias.