El Poder Ejecutivo Nacional envió al Senado un proyecto que busca la modificación de la Ley de Abastecimiento. Si bien todo el tiempo el Gobierno insiste en que no hay vínculos con las leyes chavistas, el hijo de Nicolás Maduro pasó por Argentina y se reunió con legisladores oficialistas y con la presidente para explicarles la experiencia de normas similares en su país con respecto a controlar a las empresas. Asimismo, Francisco Martínez, el vicepresidente primero de Fedecámaras de Venezuela, afirmó que el proyecto argentino “tiene básicamente el mismo corte de control de precios”, mediante la actuación arbitraria del Estado.
En la nación caribeña, la llamada “ley de precios justos” tuvo resultados desastrosos, generando desabastecimiento, el cierre de numerosas empresas, la aparición de un enorme mercado negro y perjudicando totalmente la productividad y la inversión. El próximo paso es el racionamiento de lo que cada ciudadano pueda comprar, reflejo de la “libreta” cubana.
¿No deberíamos aprender de las circunstancias, buenas y malas, vividas por otros? ¿Queremos sumar otra inclemencia a la ya maltratada situación argentina?
Imagino que, de ahora en más, el kirchnerismo deberá pedir lecciones a los funcionarios bolivarianos acerca de cómo aumentar cada vez más la pobreza, la inseguridad, el desempleo, la inflación. Y, por supuesto, sobre la mejor forma de que la democracia retroceda, algo en que el chavismo y ahora el madurismo son expertos.
Nuestro Congreso, además, iba a recibir el martes 2 de septiembre a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional venezolana, donde haría una disertación sobre la maravillosa gestión de Maduro. Seguramente enterado de que se realizarían protestas y repudios, canceló a último momento su visita a Argentina.
Espero que más diputados y senadores se sumen a la denuncia presentada ante la Corte Penal de la Haya contra las autoridades de Venezuela -entre los que se encuentran Maduro y Cabello- por violación de los derechos humanos, la cual ya cuenta con más de 300 firmas de legisladores latinoamericanos y europeos.
No nos podemos quedar de brazos cruzados ante esta década del saqueo que aún no ha terminado.