Ni Borges en su premiado “Ficciones” habría imaginado un relato similar s la realidad que estamos viviendo. Los últimos sucesos sobre el “narcogate” pueden haber generado no solo perplejidad y estupor, sino impotencia en muchos ante el abuso del poder. Parecerían dignas de novelas, que elevan a utópica el significado de la Seguridad.
Hay varios libros que hasta con títulos poéticos como “Mares de cocaína”, de Ana Lilia Pérez (una estremecedora investigación acerca del tráfico de drogas en cientos de rutas náuticas) o “Campos de amapola”, de Lolita Bosch, (a la vez poética e incisiva), describen países atrapados por el narcoterrorismo. O el libro que recientemente me fuera obsequiado, del abogado penalista argentino Marcos García: “Drogas para Nadie: Narcotráfico, crimen de lesa humanidad”, producen zozobra y no dejan lugar a dudas que nos encontramos ante crímenes perversos que atacan a la Humanidad en su conjunto
El poder que un dirigente ejerce, es de servicio; debe suscitar esperanza y vida en los ciudadanos. Si un político origina lo contrario: impotencia y desánimo, pues ha perdido su esencia de político. Por ello debemos tener una actitud creativa y motivarnos para superar el sentimiento de impotencia: sepamos cómo votar en estas elecciones.
Pero también exijamos de viva voz, que el narcotráfico sea declarado y perseguido internacionalmente como crimen de lesa humanidad, llevando a las causas a ser imprescriptibles: los que comercializan con las drogas son buitres sociales, convirtiendo en indigna la vida de muchos jóvenes. Corroen sociedades de forma estratégica, encuadrando así en el Artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional, en los item a) Asesinato b) Esclavitud i) Desaparición forzada de personas y fundamentalmente el K) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física.
Argentina y el mundo no deben cerrar los ojos ante las violaciones de los derechos humanos que tienen lugar a diario perpetradas por los carteles narcos. La Unión Europea y la ONU han reclamado muchas veces el respeto de los derechos humanos. Pues que también lo haga cuando de narcos se trata. Por ello, estoy pidiendo en estos organismos, como también al Instituto Alemán de Derechos Humanos, con sede en Berlín, que tomen en consideración esta propuesta, que también está siendo impulsada por ejemplo por el integrante del tribunal constitucional en Bogotá, Calle Hayen , o por el cónsul mexicano y ex director de Interpol, Miguel Ponce Edmondson . No a la impunidad, sí al enjuiciamiento ante la Corte Penal Internacional de la Haya. Necesitamos forjar una cultura de los derechos humanos, con sentido inclusivo: los narcos han extendido sus tentáculos tanto en países subdesarrollados, como en los industrializados. Pero los más pobres tienen menos defensa: las drogas se convierten en un arma siniestra para devorar los derechos humanos de las personas, les quitan libertad de decisión y de acción, llevan a la esclavitud, cercenan el crecimiento y desarrollo personal y en ocasiones, producen la muerte.
Ya tenemos herramientas legales para implementar programas e investigar a narcos. Nadie nos ha explicado por qué no son implementadas.
Nuestro desafío no está en sembrar desesperanza, sino alentar a aquellos que hacen las cosas bien y en especial brindar ayuda y rehabilitar al adicto, desenmascarando el falso mito de que de las adicciones se entra y se sale fácilmente.