Mi encuentro con Malala

Cornelia Schmidt Liermann

Me recuerda a una paloma de la paz herida. Quizás también así de lastimada se encuentre  la paz en nuestro planeta. Pero el comité noruego con esta elección sin dudas ha querido dar un mensaje de esperanza. Malala Yousafzai con solo 17 años se convirtió en la persona más joven en recibir el Nobel de la Paz. Ella es brillante, responsable y humilde. 

Su carita fue restaurada minuciosamente  por cirujanos  para restablecer sus rasgos originales luego del cruento atentado del que fuera objeto por parte de talibanes. Ese  9 de octubre de 2012 en que la arrinconaron en un colectivo escolar y le dispararon directamente en la cara,  le cambió la vida. Le  arrebataron su candidez pero no lograron torcer su espíritu. Al contrario lo fortalecieron y la elevaron a ese nivel sublime donde sólo llegan almas nobles.

¿Que llevó a una niña de 11 años a compartir bajo un seudónimo  su diario con la emisora BBC? “Necesitaba compartir las injusticias de mi amada patria y difundir el calvario que para mujeres y niñas significaba vivir bajo el estricto orden taliban, que prohibe penalmente  la educación y capacitación para mujeres” comentó en un encuentro al que tuve la suerte de asistir en Inglaterra

También admitió que espera poder volver a su tierra. No hay aparición publica en la que no asevere que desde donde le toque estar, seguiría defendiendo las causas de las niñas . Y resalta el apoyo incondicional de su padre, en un profundo agradecimiento porque “no me ha cortado las alas y me deja volar”.

Esta paloma de la paz ha logrado entrar en la Casa Blanca, tomar el te con la reina de Inglaterra, fascinar a un auditorio colmado en la ONU con una soltura admirable. Malala tuvo que pelear por su vida, y hoy pelea por la vida de los demás. Hoy 66 Millones de niñas no tienen acceso a educación; 4 de cada 5 personas son objeto de trata de personas, son niñas, se lee en la pagina de su fundación .“Sólo nos dimos cuenta de lo importante que nuestra voz es cuando estamos silenciados”, escribió en su libro “Yo soy Malala”

Nuestro vapuleado mundo necesita de ejemplos inspiradores como  Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi, de quienes sabemos no claudicarán en su lucha. Nuestra responsabilidad es asegurarles democracias fuertes, libres  y justas para que puedan desarrollarse y difundir su mensaje , ayudando a forjar un mundo mejor.