Por: Daniel Hadad
Nos merecemos un debate presidencial. Pasaron treinta años desde el ansiado retorno a la democracia y no pudimos presenciar aún una discusión intelectual entre aquellos que se postulan para liderar la Argentina.
Tal vez no vale la pena mirar hacia atrás para explicar por qué se frustraron los debates del 83, 89, 95, 99, 2003, 2007 y 2011. Pero hoy es el momento de obtener el compromiso público de que aquellos que sueñan con presidir el país a partir del 10 de diciembre del 2015, luego de las PASO, se sentarán con sus contrincantes a discutir y a defender con argumentos el modelo de país que tienen en mente.
En Europa y gran parte de América, los debates presidenciales televisados son una condición sine qua non para legitimar cualquier contienda electoral. E inclusive logran -algunas veces- modificar las preferencias del electorado. Allí el candidato tiene la posibilidad de exponer sus condiciones de estadista, de líder. Allí puede anunciar a su futuro gabinete.
Aprovecho esta breve y humilde columna para sugerir algunas ideas:
1. Elegir una Universidad como terreno neutral para el debate.
2. Que participen de la discusión los cuatro candidatos más votados en las PASO.
3. Que el -o los- moderadores sean elegidos por la Academia Nacional de Periodismo, Fopea o algún colectivo de prensa, luego de una encuesta nacional que muestre los comunicadores preferidos por la gente.
4. Que debido a la trascendencia institucional se aplique el artículo 75 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y sea transmitido en Cadena Nacional por todos los medios de comunicación.
5. Que la noche del miércoles 21 de octubre del 2015 se realice el debate, y si hay balotaje, que el segundo sea cuatro días antes de la fecha de la elección definitiva.
Esta es solo una propuesta. Seguramente veremos otras y mejores. Lo único que realmente importa es que el próximo presidente nos demuestre que terminó el tiempo de los monólogos sin interrupciones. Que no le teme a la discusión pública de ideas.
Nos lo merecemos.