Por: Daniel Sticco
Los feriados de carnaval permitieron dos días de quietud del dólar paralelo en la City y los diarios dejaron de hablar por esos días de la inflación y de los controles de precios.
Sin embargo, el desbarajuste de las finanzas públicas y el desborde monetario consecuente hacen que esos fenómenos lejos de diluirse se potencien en perspectiva, excepto que se opte por un cambio de estilo y de equipo que reconstruya la confianza de los agentes económicos.
No obstante, el entorno de los mentores de la política oficial justifican las denominadas medidas heterodoxas, como los controles de precios, la prohibición de la publicidad de las promociones de los supermercados en los diarios, las trabas a las importaciones y las ventas de cambio a turistas y ahorristas, en el supuesto fracaso de las políticas ortodoxas en Europa y, obviamente, en las fallidas recetas del Fondo Monetario Internacional.
“Hay que hacer un esfuerzo por no ignorar lo que pasa en el mundo. Lo que se hace hoy acá es política contracíclica. Europa optó por el ajuste fiscal como pide la ortodoxia acá y así le va”, observan convencidos algunos de los asesores del Gobierno.
Dicho así, suena muy claro y convincente. Lástima que cuando se analizan los números en casi su exacta dimensión, surge con nitidez el sesgo interesado del relato oficial, que comienza a darse de bruces con la realidad, donde la inflación exaspera al Gobierno, el PBI ya no crece y se pierden empleos privados.
Referencia irrelevante
Es que no toda Europa está en crisis, sino una pequeña porción. Al menos los signos de preocupación prevalecen respecto de las economías de España, Grecia, Portugal e Italia, y algunos analistas comienzan a mirar con inquietud Francia. En conjunto representan entre 8,6 y 10,1% del PBI mundial, según se calcule al tipo de cambio teórico o de mercado.
Al mismo tiempo, los países con gobiernos “amigos” de la actual administración de la Argentina, como Venezuela, Ecuador y Bolivia (AVEB), apenas explican menos de 2 puntos de la generación de riqueza global en un año, según estadísticas que publica la Cancillería en su página de internet.
Muy poca representatividad para constituirse en referente de lo que hay o no hay que hacer en materia de política económica, para hacer política contracíclica, es decir, alentar el crecimiento del PBI cuando se retrae, fomentar el consumo cuando se enfría, generar empleos cuando se destruyen puestos y contener los precios cuando se escapan. Los datos reales del 2012 mostraron todo lo contrario.
Eso ocurrió porque poca o nula atención se le prestó al resto de los más de 170 países que animados por la ortodoxia y lo mejor de la heterodoxia lograron en la última década enormes progresos, económicos y sociales, y, consecuentemente alcanzaron mayor participación en la generación de riqueza mundial.
Esto fue porque cumplen con las reglas básicas de la economía: no gastar más de lo que ingresa, en especial si no se cuenta con financiamiento para emprendimientos de infraestructura que conduzcan a mejorar la calidad de vida de sus habitantes y la competitividad de las empresas; mantener el celo por preservar en forma genuina el valor de la moneda nacional (banco central autónomo del gobierno), asegurar la competencia interna y externa con mecanismos de regulación que no asfixien a la actividad privada y, sobre todo, no devaluar las instituciones.
Cada vez más relegados
Mientras las naciones europeas en crisis y los AVEB, consideradas en conjunto,perdieron más de 6 puntos de participación en el PBI mundial respecto del promedio de los ’90 -esto es, se achicaron y con ello empobrecieron a sus poblaciones en términos de poder de compra en cualquier parte del planeta-, el resto del planeta ganó gravitación, pese a que el ciclo alcista de los precios de las materias primas debiera haber provocado lo contrario, en especial para el grupo AVEB.
Sólo en algunos casos pueden mostrar mejoras relativas en dólares al cambio oficial, porque dejaron apreciar artificialmente el valor de sus monedas, pero se sabe que eso no es sostenible, y no incluyó a la Argentina y a los países europeos más afectados por la crisis fiscal.
Todo eso es lo que, de una manera u otra, ha comenzado a percibir en proporciones crecientes gran parte de la sociedad desde el inicio de 2013 y se manifiesta en la sostenida huida del peso hacia el dólar en el canal en el que se encuentre y el retiro de la divisa de las cuentas en bancos por temor a su confiscación.