Por: Daniel Sticco
Durante mayo se observaron puntos de giro en materia de decisiones económicas respecto de lo que venía ocurriendo desde que se inauguró el cepo cambiario, a fines de octubre de 2011.
En primer lugar la Secretaría de Comercio dispuso la liberación de 9.500 productos de los 10.000 iniciales y se creó una fuerza juvenil para que fiscalice el cumplimiento de la medida, pese a que no está avalada por norma alguna. Sólo se publican en la página de internet de la cartera a cargo de Guillermo Moreno.
Paralelamente, la AFIP mostró en la planilla de recaudación que los productos importados volvieron a crecer, como había sucedido en abril, a una tasa varias veces superior a la correspondiente a los productos de fabricación nacional.
El fenómeno fue luego confirmado por la Asociación Fabricante de Automotores. En este caso, la diferencia de aumento de las ventas de importados fue de 5 a 1, alcanzando una proporción de 64 a 36% del total.
Si bien la industria y el comercio venían reclamando una mayor apertura al comercio exterior, pareciera que el giro adoptado está aún lejos satisfacer las necesidades de los primeros. Los segundos, por el contrario, se mostraron conformes, según se pudo comprobar en el retorno de la publicidad de cadenas de supermercados en diarios de mayor circulación del país la presencia de artículos foráneos.
Empleo extranjero desplaza al argentino
La mala noticia fue que en semejante punto de giro se advierten ganadores y perdedores en una relación inversa a la que se proclama a diario por la máxima dirigencia del Gobierno: los mayores favorecidos han sido hasta ahora los trabajadores de los países a los que se les compran más productos y no tanto las casas comerciales porque optimizan la ocupación de la nómina estable.
Mientras que la sustitución de producción nacional por importaciones no sólo obstruye la generación de puestos internos en la industria y el campo, sino que en algunos casos ha contribuido a destruirlos y con ello acentúa el crecimiento de la tasa de desocupación.
“Pareciera que el Gobierno vuelve a barrer bajo la alfombra los problemas que crea en lugar de resolverlos. El control de precios ha llevado a faltantes de productos en las góndolas, por eso, ahora busca revertir ese cuadro liberando la mayoría de los que estaban congelados y facilitando la entrada de importados con un tipo de cambio diferencial de $5,30 para que evitar que los sectores de medianos a altos ingresos no encuentren la góndola vacía. Hoy por dónde se mire hay racionamiento y eso afecta el humor del consumidor”, decía en declaraciones radiales el economista Luis Secco.
Se sabe que una preocupación reiterada por el Gobierno es la sostenibilidad del consumo de las familias, para lo cual mantiene una clara vocación por expandir el gasto público y la creación de dinero para financiarlo.
Mesa de una sola pata
Pero poco se hace para incentivar la inversión y las exportaciones, las cuales son el complemento imprescindible para que las empresas encaren proyectos de expansión sustentables y con ello generen empleos que luego se traducen en mayor consumo de producción nacional, suba de la recaudación de impuestos por actividad y evita alimentar el efecto destructivo del impuesto inflacionario.
De ahí que hasta tanto no se diseñe un plan integral de crecimiento, la economía seguirá transitando por un sendero que conduce a más dependencia del ahorro externo (importaciones) y destrucción de riqueza interna.
De los datos de recaudación tributaria de mayo se deduce que el consumo de productos nacionales se estancó ese mes en el nivel de un año atrás, mientras que el de importados se elevó en cantidades más de 8% (no sólo de combustibles y automotores), determinando un crecimiento agregado del 2 a 2,5 por ciento.