Por: Daniel Sticco
El jefe de Gabinete intentó vanamente desestimar cualquier preocupación por la sostenida y acelerada pérdida de reservas en divisas por parte del Banco Central, al comparar el nivel de ayer u$s29.758 millones con el promedio de la convertibilidad que ubicó en 21.940 millones de dólares. Visto así, pareciera que no hay nada por qué inquietarse.
Sin embargo, en la economía es muy relevante no sólo analizar las variables nominales sino también en términos reales, en este caso en términos de poder de compra, una suerte de ver toda la “cadena de valor”, como le gusta resaltar cada mañana a Jorge Capitanich.
En este caso, en una economía extremadamente regulada con cepo cambiario, limitación a las importaciones, carencia de financiamiento externo, junto a un creciente rojo fiscal que se financia con emisión espuria y uso de reservas para pagar vencimientos de deuda pública, todos condimentos que no abundaban en la mayor parte de la convertibilidad, lo importante es comparar las reservas en divisas con las importaciones, porque revela la real vulnerabilidad externa del país.
Ese ejercicio determina que mientras en el período 1991 a 2001 la relación era equivalente a poco más de doce meses (12,1), con un extremo de 11,7 meses en el recesivo último año, en los once años que van de 2003 a 2013 las reservas posibilitaron cubrir 10,4 meses de importaciones, pero con un extremo a fin de período de menos de 5 meses (4,9), similar a la equivalencia actual.
Por tanto, mientras que en el equipo económico y su principal vocero, el Jefe de Gabinete, sigan intentando conducir los destinos del país con crecientes dosis de ilusión monetaria, porque son eclipsados por la nominalidad de la recaudación tributaria, el nivel de las reservas o de los salarios, en lugar de ceñirse a indicadores reales que permitan observar el curso de la capacidad de compra del Estado, las empresas y los trabajadores, y mirando permanentemente el espejo retrovisor, el futuro que tenemos por delante será de crecientes tensiones cambiarias, inflacionarias, que derivarán en crisis sociales como han abundado en la historia argentina reciente.