Por: Darío Epstein
El mundo ha cambiado y muchos trabajos tienen que aggiornarse. Hoy, para ser un buen asesor financiero, hay que mantener los valores tradicionales, pero tener toda una gama de nuevas habilidades.
En el pasado un buen asesor tenía que conocer cómo funcionaban los instrumentos financieros (especialmente fondos de inversión), acceder a buena información y Eera fundamental a quién conocías, de forma tal de estar interiorizado con la información del mercado, datos, quién opera con quién, qué pasa en las empresas, cuáles son las tendencias regulatorias y los flujos de inversión a las distintas regiones.
Hoy todo eso quedó descolocado frente a la cantidad y la velocidad de la información.
Hoy todos tenemos acceso a la misma información con la misma inmediatez.
Por ejemplo: me enteré del fallo del juez Griesa a través de… Twitter y me enteré de la respuesta de la Cámara a través de… Twitter. En el pasado me hubiera enterado a través de algún abogado de Nueva York, y mucho más tarde…
Antes Estados Unidos bajaba la tasa y subían todos los activos. Hoy hay que ver y analizar uno por uno: qué acciones, qué países, qué commodities.
Antes quienes agregaban noticias prestaban un servicio con valor agregado. Hoy son una especie en extinción.
Antes la opinión de un banco top podía mover un mercado o una acción. Hoy tienen la pólvora mojada.
En definitiva el nombre del juego es interpretación de la información, qué lectura hacemos de los hechos y cómo podemos anticiparnos, teniendo en cuenta que la información por sí misma ya no es una ventaja. Todos sabemos lo mismo o podemos saberlo en el mismo momento.
Hoy cualquier operador tiene abierto en su monitor el sitio www.stocktwits.com, que muestra todo los tweets que aparecen por empresa.
Como ven ya no alcanza con los conocimientos tradicionales.
Por supuesto, para poder evaluar esto sigo necesitando respetar algunos valores tradicionales.
¿Qué puntos se deben considerar al elegir un nuevo asesor financiero?
Todos los entes reguladores de los países dan recomendaciones para ello. Un ejemplo es la Securityand Exchange Commision (SEC) de EEUU, que recomienda:
- Investigar y hacer las preguntas que sean necesarias: frecuentemente toda la información que necesita saber está en los contratos de los agentes de bolsa para la apertura de una cuenta y comienzo de la relación. Es por ello que hay que leerlo detenidamente y ante cualquier duda preguntar hasta que se entienda.
- Determinar si los productos ofrecidos son los adecuados: en este sentido hay que saber qué tipo de planificación y administración financiera se busca (plazos).
- Entender cómo se paga por el servicio y cómo recibe el pago el asesor financiero.
- Averiguar acerca de la experiencia y credenciales del asesor financiero.
- Averiguar si el asesor posee un historial de quejas y reclamos de sus clientes: frecuentemente los órganos reguladores tienen un historial de las conductas disciplinarias de los agentes, evite futuros problemas.
Además es recomendable tener en cuenta otras cuestiones de relevancia:
- Cuáles son los objetivos financieros. Plazo y montos.
- Si el asesor es independiente o representa a una institución financiera.
- Cuáles son las implicancias de cada instrumento financiero (depósitos, acciones, bonos, fondos, etc.) y los riesgos que implican (por ejemplo, liquidez).
- Cuál es mi necesidad de comunicación e información con el asesor. Frecuencia de contacto, sugerencia de inversiones.
- Si el esquema de retornos y plazos es realista.
- Cuál es el esquema de salida si se decide salir de la inversión.
- Investigar en Internet al asesor, consultar con referentes, pedir referencias a colegas, amigos, familiares.
- Por último, pero no menos importante, es la confianza que genera el asesor hacia el inversor por la delicadeza que implica manejar ahorros de personas o familias o empresas.
En resumen, por más que pueda parecer un proceso tedioso, no debemos conformarnos y aceptar todo lo que está dado. De ser necesario el inversor puede cambiar su asesor financiero si éste no responde a sus necesidades y buscar alternativas que sí lo hagan, y sin perder de vista que es su dinero el que está en juego. El costo de cambiar de asesor puede resultar ínfimo en comparación con las pérdidas de capital que podría registrar. No se debe tentar por rendimientos extraordinarios en sus inversiones, y sí comparar con los retornos promedios del mercado (si la limosna es grande, hasta el santo desconfía).