Por: Darío Epstein
Hace unos días, leyendo un tweet de una colega colombiana, me decidí a escribir sobre el Bitcoin. Tenía una vaga idea de la parte financiera, pero, por supuesto, para hacer las cosas bien, acudí a ayuda multidisciplinaria.
Lo primero que hice, atento a que es una moneda virtual, que sirve para el intercambio de bienes, fue consultar con los expertos en impuestos. Las respuestas me generaron más dudas: en líneas generales, yo era responsable por los impuestos a las ganancias que surgieran de la transacción. Por supuesto, de los impuestos a las ventas, salvo que fuera una exportación, en cuyo caso debía consultar al Banco Central sobre normativas de tipo de cambio.
Veamos: valía USD 35 hace tres meses y hoy vale casi USD 180. Además, el miércoles 10 de abril perdió 50% de su valor en pocas horas para luego recuperarse. Ahí empezaron a reírse todos y me miraron pícaramente: ¡¿Pero tú quieres lavar dinero con este bitcoin?!
Además, remarcaron, deberás pagar el impuesto a las ganancias sobre la diferencia de precio, aun cuando no la realices, ya que no es una inversión. Para peor me advirtieron que igual podría no considerarse un ingreso real en mi declaración jurada, atento la falta de documentación respaldatoria.
Ya estaba cansado de preguntar, pero las peores preguntas vinieron de ellos: ¿Cómo compras esta moneda virtual? Me la gano jugando, dije. Respuesta: hay que pagar impuestos y además podría ser ilegal. Pregunta: ¿con quién realizas transacciones? No lo sé, contra el mercado dije. ¿Y está regulado? Por supuesto que no, esa es la gracia. Y ¿cómo sabes si estás interactuando con un delincuente, ayudándolo a entrar dinero espurio al sistema? Ahí pensé que era hora de ver a un banquero.
Hablando con el banquero, me quedó claro que necesitaba orígenes de fondos del comprador y míos, y que estaría más seguro si una entidad regulada participara del intercambio. Es decir, me trajo rápidamente a la realidad. Me sugirió algunas inversiones alternativas interesantes con mayor regulación: algunos hedge funds, el powerball o el lotto de la Florida.
Entonces consulté con un experto en sistemas quien me confirmo que todas las operaciones realizadas en internet son identificables (yo pensaba que era anónimo). Ahí deje de preguntar y me puse a escribir el artículo.
Bitcoin es pionera en la implementación de un concepto llamado cripto-moneda (expuesto por Dai Wei en 1998). Su fundamento es: el dinero es un objeto, o cualquier tipo de registro, aceptado como pago de bienes y servicios, y el pago de las deudas en un determinado país o contexto socio-económico. Nació en 2009 y su creador se mantiene en el anonimato; simplemente salió con su invento al mundo, lo que genera actualmente una mística en torno a ello.
La comunidad Bitcoin comenzó a crecer exponencialmente a partir de mitad de 2011 debido a la atención mediática, generando una manifestación masiva compra. En septiembre de 2012, se creó la Fundación Bitcoin para estandarizar, proteger y promover Bitcoin.
¿Qué tiene de especial?
Es una divisa nueva que quita poder monetario a gobiernos, bancos centrales y entidades financieras para dárselo directamente al usuario. Por esto, nadie controla la emisión de dinero en el mercado (está limitado algorítmicamente y no habrá más de 21 millones de Bitcoins). Aunque las transacciones son públicas, son anónimas, porque las transacciones son entre direcciones virtuales que no están asociadas a nadie. Nadie puede impedir transacciones entre dos particulares.
Algunos rasgos técnicos:
- Bitcoins se transfieren punto a punto de la red (entre dos usuarios), peer to peer.
- Las transacciones son irreversibles.
- Las transacciones se transmiten en segundos pero se verifican dentro de los 10 a 60 minutos.
- El procesamiento de transacciones y la emisión de dinero se llevan a cabo de manera colectiva a través de la minería de datos.
- Las transacciones se pueden recibir en cualquier momento (aunque la computadora esté apagada).
¿Para qué puedo usarla?
Para comprar: varios comercios ya aceptan pagos con Bitcoin.
Para especular: por ley de oferta y demanda su precio en el mercado aumenta ya que muchos usuarios está conectados para conseguirla.
¿Cómo se consiguen Bitcoins?
Minando datos: se “extraen a través de una mina virtual” que bajo un proceso de transacciones, genera automáticamente Bitcoins. Existen controles con algoritmos matemáticos complejos para evitar que cualquiera emita una cantidad indefinida de Bitcoins (hash) y que se mantenga constante la cantidad definida de Bitcoins.
Comprándolos: existen sitios específicos para el intercambio de divisas con Bitcoin.
Vendiendo artículos: existen sitios de subastas donde se venden artículos con Bitcoin.
Apostando: como es una red anónima, sin tasas, impuestos y sin control de gobiernos ni entidades financieras, existen varios sitios de apuestas que aceptan Bitcoins.
¿Dónde se almacenan?
En billeteras virtuales, en la propia computadora o en servicios centralizados en la nube (cloud computing).
¿Pero es legal? No hay ninguna ley ni norma que lo prohíba, al menos hasta el momento, no existe ninguna restricción a su uso, en ningún país.
Sin embargo, debemos advertir que, en la medida que esta moneda se expanda y su valor llegue a ser tan grande que “moleste” a las grandes economías mundiales, es posible que comience una ofensiva legal contra el bitcoin.
¿Cómo puede incrementar su valor si hay una limitación en la cantidad máxima? El bitcoin está “ganando” valor y cuando llegue a su límite, es probable que su valor crezca tanto que se comience a operar con decimales cada vez más chicos (hoy tiene 8 decimales), y el monto total en dólares de bitcoins puede llegar a ser enorme, aunque los bitcoins sólo lleguen a ser 21 millones.
¿Existen riesgos? Muchos. El crecimiento dependerá de la aceptación como moneda para transacciones comerciales, servicios, e incluso para inversiones financieras y especulativas. Si es aceptado masivamente, su valor se acrecentará. Si no hay una aceptación masiva, puede perderse el interés en el bitcoin y su valor se puede desplomar. Otro riesgo es el del robo a través de hackers, acotado por el sistema de encriptación, pero no imposible. También es un riesgo la compra y la venta a través de sitios que pueden ser un fraude. Y otro tema a tomar en cuenta es que, si bien las transacciones en bitcoins se hacen anónimamente, no hay necesidad de ofrecer nombres ni números de documentos, etcétera. Es sabido que toda transacción es “traceable” en Internet, por lo que esta condición de anónimo es relativa.
¿Es una burbuja? No en el sentido que le damos a las burbujas, esto es, el incremento de precio está dado por el interés en comprar y la escasez del bien, en cambio en las burbujas el precio está dado por la especulación y la falta de sustento de los compradores. Sin embargo, puede convertirse en una burbuja en la medida que los actores dejen de interesarse por el bitcoin. Los detractores dicen que es claramente una burbuja, que en cuanto comience a perder valor se desinflará completamente.
Los entusiastas del bitcoin piensan que esta moneda llegará a reemplazar a la moneda fiduciaria que hoy emiten los bancos centrales sin otro respaldo que su propia autoridad, y que se emiten indefinidamente, sin control, haciendo que su valor sea cada vez menor.
Hay una demanda potencial creciente por una moneda que quede fuera del control de los gobiernos mundiales porque el mercado potencial es muy grande y su descentralización escapa al impuesto inflacionario, el impuesto que recauda un gobierno cuando emite y genera inflación.
Respecto a este punto en particular, ¿cuál es su principal atractivo además de su informalidad? Que se le puso un límite a la emisión que defiende automáticamente su valor. En el protocolo Bitcoin no podrá haber más de 21 millones de bitcoins como máximo, y siendo una función asintótica, se acercará a esa cifra entre 2020 y 2030, aunque nunca llegará al límite.
En conclusión, creo que es inevitable que el mundo vaya a una moneda virtual pero también creo que no será el Bitcoin. La volatilidad que ha demostrado en los últimos meses, la descalifica tanto como unidad de cuenta para transacciones como para reserva patrimonial o ahorro. Tampoco puedo negar mi pasado regulador y creo que los bancos centrales deberán ser parte del proceso de la nueva moneda virtual.
Por muy romántico que suene el anarquismo monetario, durante los últimos siglos han habido muchos avances en política monetaria que no tiene sentido tirar por la borda. El mundo tiende a encontrar cada vez más paraísos fiscales, orígenes de fondos y actividades espurias. Me gusta una moneda virtual pero no me gusta una moneda que tenga todos los defectos y vicios que hace años estamos tratando de corregir.
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Esta nota la escribí con la gran colaboración de Héctor Biondo, ex-sub gerente general de sistemas y organización del Banco Central de la República Argentina, y ex gerente financiero en Lloyds TSB Bank.
El tema de este artículo es muy dinámico. Toda la información detallada corresponde hasta la fecha de cierre del presente artículo (mediodía del viernes 12).
¿Tiene algún comentario y/o pregunta? Contáctame vía Twitter en @DarioEpstein.