Por: Darío Epstein
A principios de abril, Japón se sumó a los países de grandes emisiones monetarias y los mercados de riesgo le dieron la bienvenida. Al igual que la Reserva Federal lo hace en EEUU, el Banco de Japón (BoJ) decidió aplicar una flexibilización cuantitativa, esto es la compra de activos y la inyección por esta vía de dinero en la economía, con el objetivo de revertir la deflación (con objetivos cuantitativos bien definidos) y apuntalar la economía.
Rescato la frase de Alberto Bernal de Bulltick Capital, quien compara la deflación con la depresión. Japón viene de quince años de deflación y necesita de un shock muy potente para vencerla, ya que ésta genera un estado de ánimo difícil de revertir.
De esta manera, la liquidez global recibirá una nueva masa de dinero, potenciando a los mercados accionarios: al QE3 de la Reserva Federal y a las masivas inyecciones del Banco Central Europeo y de Inglaterra, entre otros, ahora se suma un “relajamiento cuantitativo” (quantitative easing o QE) en Japón. En Europa esperamos que el BCE tome una actitud más activa y baje su tasa siempre y cuando persista el deterioro de sus condiciones económicas, escenario al que le asignamos un 50% de probabilidades.
El plan del Banco de Japón es ultraagresivo: contempla la duplicación de la base monetaria en los próximos dos años, persiguiendo el objetivo previsto por la entidad de 2% de inflación. El BoJ decidió además, ampliar los tipos y vencimientos de los bonos que compra: ahora podrá adquirir títulos con vencimientos de hasta 40 años y otros con mayor riesgo asociado. Así, el BoJ ampliará las compras de bonos a ¥ 7,5 Tr mensuales, pudiendo elevar la tasa media de vencimiento de las tenencias en cartera a siete años, en comparación con los tres años actuales.
El nuevo titular de la entidad, Haruhiko Kuroda, ratificó su compromiso de fijar una política más agresiva para poner nuevamente la economía nipona de pie. Al ser su primera reunión de política monetaria al frente del BoJ, el mercado esperaba una postura un tanto más moderada, pero Koruda sorprendió a todos con medidas más radicales. Asimismo, destacó que no dudará, en caso de ser necesario, en implementar políticas expansivas adicionales.
Luego de los anuncios, la moneda de Japón y el mercado accionario de ese país reaccionaron en consecuencia. El yen cayó a un mínimo de más de tres años frente al dólar y se acercó a los USDJPY 100. Por su lado, el índice Nikkei 225 alcanzó un máximo desde junio de 2008. En lo que va del año, el principal índice accionario de Japón acumula una suba mayor al 30%.
Ahora bien, ¿cuál es el impacto esperado de la flexibilización cuantitativa? En primer lugar, se trata de bajar los costos de endeudamiento de largo plazo y crear un contexto que facilite el crédito, impulsando la inversión y la actividad económica.
Al menos en el corto plazo, los mercados de riesgo de Japón (y del mundo) continuarán beneficiándose por las medidas expansivas del BoJ. En este sentido, las acciones surgen como las más beneficiadas por los estímulos (de hecho comenzaron a subir anticipando esta decisión desde finales del año pasado). Lo mismo ocurrió en EEUU: la emisión monetaria permitió que los principales índices accionarios alcancen niveles récord.
Tengamos en cuenta que duplicar la base monetaria en dos años implica aumentar el circulante de USD1,35 billones a USD2,7 billones (asumiendo un tipo de cambio estable).
Entonces, las acciones japonesas muestran un cierto potencial a la suba y los mercados japoneses pueden comenzar a competir con EEUU, pero los inversores irán a donde los traten mejor, es decir, donde obtengan mayores retornos.
Por supuesto, no nos olvidemos que los exportadores japoneses estaban realizando un buen trabajo con el yen fuerte (80 por dólar) Con la devaluación actual (alrededor de 100 por dólar) podrían mejorar su balanza comercial y volcar esta suprarenta a inversión y empleo. Parecería un eslabón más en lo que denominamos “guerra de monedas”.
Asimismo, el anuncio del BoJ ha introducido una dinámica interesante para los mercados. Mientras que la fortaleza del mercado de valores de EEUU dependía de la debilidad del dólar, hoy la moneda se posiciona a un máximo de varios años con respecto al yen, dando mayor atractivo a las acciones japonesas. Además, los índices accionarios de EEUU parecían alejarse de los fundamentos de la economía. Es por ello que, basado en la experiencia de los mercados norteamericanos, podemos considerar que las acciones japonesas continuarán con una tendencia alcista, al menos en el corto plazo.
Ahora bien, existen riesgos adicionales respecto a que la flexibilización cuantitativa en Japón no logre reactivar la economía y llevarla a un nivel de inflación moderada. En EEUU estamos viendo eso: la Fed amplió su hoja de balance en USD 3 Tr desde 2008, y a pesar de los esfuerzos, el desempleo sigue siendo elevado y la inflación es moderada, pero las acciones cotizan en niveles récord.
Habiendo un excedente de liquidez internacional, los inversores no parecen prestar atención a que la economía global tenga un crecimiento bajo. Poco parece importar cuáles son las motivaciones de estas medidas no convencionales de los bancos centrales. La política monetaria expansiva tiene un efecto indeseado y es la generación de burbujas financieras, y a simple vista no parece crear del dinamismo esperado en el nivel de actividad.
A pesar del deterioro en la actividad macroeconómica, el mercado parece indicar que no habrá factores que puedan opacar el poder de fuego de los bancos centrales. Los índices bursátiles disfrutan y festejan ahora las ganancias extraordinarias provenientes de la emisión monetaria, aunque el final es abierto si esos estímulos cesan o se empieza a ver la otra cara de la moneda: la inflación.
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