Por: Darío Epstein
Son tiempos difíciles para Europa. La misma que ha sabido proteger con su socialismo de mercado a generaciones enteras de trabajadores mediante empleos gubernamentales u onerosos subsidios directos a los excluidos del sistema, hoy se encuentra sumida en una nueva recesión, tan sólo cuatro años después de haber salido de la anterior.
Hoy los 17 países de la Eurozona están, en promedio, batiendo un récord histórico: la tasa de desempleo del bloque se elevó a 12,2% desde el 12,1% anterior, en línea con lo esperado por el mercado. Pero si excluimos Alemania, que se transformó cada vez más en una isla en un mar muy tormentoso, el resultado sería aún peor.
Las cifras de desempleo de abril mostraron abiertamente que la recesión se ha profundizado, lo que aumenta aún más la presión sobre los líderes de la región y del BCE para impulsar el crecimiento económico y el empleo. El presidente de la Unión Europea, señaló que presentará propuestas para impulsar el crecimiento y el empleo en la cumbre de líderes del bloque del mes de junio pero a esta altura ya suena más a una promesa política que un arma efectiva.
El número de personas desempleadas en la Eurozona se elevó así a 19,38 millones en abril, un incremento de 95.000 personas respecto al mes anterior.
La tasa de desempleo en Alemania se mantuvo en 5,4%, mientras que España registró la tasa más alta con 26,8% (los datos de Grecia del mes de abril todavía no están disponibles). Italia tampoco la está pasando bien, ya que su desempleo alcanzó un máximo de 36 años: 12% a la suba y en contra de los pronósticos de baja a 11,6%. Allí las empresas no contratan personal ya que se encuentran pesimistas sobre las perspectivas económicas.
Pero los jóvenes sufren de modo más intenso un mayor desempleo, porque son las generaciones futuras que pierden un precioso tiempo de capacitación y de experiencia, justo en la etapa más propicia para asimilar conocimientos. El desempleo juvenil en el bloque de países europeos se elevó a 24,4%, entendiéndose por desempleo juvenil a aquellas personas menores de 25 años que buscan empleo pero que no lo consiguen.
Las diferencias entre países son marcadas, tal como se puede apreciar en el gráfico de Thomson Reuters. El desempleo juvenil en Italia es sumamente elevado: un 40,5% de los menores de 25 años tienen problemas de falta de empleo. De acuerdo con las estimaciones de la OCDE, la economía de Italia se contraería un 1,8% este año como consecuencia de una débil demanda doméstica.
La juventud sufre de modo más intenso mayor desempleo y la precariedad laboral, que es otro tema encubierto: la rotación en los puestos de trabajo, el empleo fraudulento de la contratación laboral o presencia de la juventud en la economía informal.
Yendo a España, de los seis millones de jóvenes desempleados del continente, dos millones son españoles. Y sorprende saber que el 50,8% de las personas jóvenes en España tiene un contrato temporal. La temporalidad en el empleo joven sigue siendo una de las características del mercado de trabajo.
A corto plazo y en base a estimaciones de crecimiento de consenso para Europa, no queda otra expectativa que la de pensar que el empleo y las horas trabajadas sigan cayendo, limitando los presupuestos familiares y los gastos de consumo, por más que la región ya se está movilizando para revertir la situación: los cuatro grandes países del euro -Alemania, Francia, Italia y España- se comprometen a acelerar inversiones contra el desempleo juvenil. Pero es poco lo que pueda hacerse a corto plazo para incluir a una generación casi perdida en el ciclo productivo.
La necesidad de un “New Deal” para combatir el desempleo joven apremia. En una economía cada vez más globalizada la rotación, informalidad y precariedad laboral deberían ser tema de agenda obligatoria para cerrar una brecha que se está abriendo y resta oportunidades a muchos jóvenes que no encuentran oportunidades para iniciar su carrera laboral y es motivo de un gran desánimo.
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