Por: Ezequiel Jarvis
La dinámica diaria del mundo laboral nos lleva a atender lo urgente y las demandas inmediatas. Son pocos los momentos en los que podemos frenar y pensar que hay algo que antecede ese esquema de tareas y está vinculado con la necesidad de recuperar y potenciar los valores del trabajo.
El Día del Trabajador representa un símbolo en el que recordamos a los mártires de Chicago y sus reivindicaciones, pero al mismo tiempo es una jornada icónica que nos permite poner en agenda otros aspectos y pensar sobre las competencias que necesitamos para forjarnos como trabajadores.
En ese sentido, desde la ciudad de Buenos Aires nos propusimos lanzar una campaña con el objetivo de potenciar esos valores que construyen un trabajo de calidad. Pensar cómo integrarlos y lograr que dejen de formar parte de un discurso vacío y políticamente correcto, para pasar a integrar la lista de capacidades que las personas deben adquirir para competir en el mercado laboral actual.
Esos valores, de acuerdo con las conclusiones a las que arribamos luego de extensos debates con las principales ONG que tratan la temática de la empleabilidad, se visualizan a través de tres dimensiones: la relación con uno mismo, la relación con los demás y la relación con las tareas que debemos realizar.
Con uno mismo, es importante trabajar en el autoconocimiento, la autocrítica, la confianza y la autoestima. Estas herramientas son necesarias para lograr una proyección personal y pensar en un futuro con esperanza y actitud protagonista.
En cuanto a la relación con los demás, es interesante considerar la comunicación en todos sus aspectos, para fortalecer el trabajo en equipo. De esa forma, profundizar los vínculos, saber pedir ayuda, preguntar, ofrecer, tener una apertura y una actitud de servicio es lo que nos facilitará sacar adelante las situaciones más complejas que se nos presentan en el trabajo.
Por último, la relación con la tarea que debemos afrontar esta vinculada con la capacitación y las aptitudes de los trabajadores en todos sus frentes. Esta se relaciona con mantener una actitud de aprendizaje y darle el valor que conllevan la responsabilidad, el compromiso, la perseverancia, la iniciativa y el esfuerzo; capacidades todas que nos orientan a obtener los mejores resultados en nuestro ámbito laboral.
Estos ejes, lejos de quedar en la retórica, forman parte de los resultados de un fuerte trabajo de campo con representantes del sector público, empresas y organizaciones de la sociedad civil, con quienes se coincidió en la necesidad de potenciar la reconstrucción de la cultura del trabajo.
Es injusto hablar de la inexistencia de estos vectores, pero sí resulta necesario entender que muchas de esas competencias se han ido perdiendo a partir de políticas flexibles que priorizaron el conformismo de acceder a cualquier empleo con cualquier retribución, en detrimento del trabajo de calidad y de las competencias personales. Estos aspectos son justamente los que permiten generar relaciones de confianza, participar en la vida social y crear un proyecto de vida.