Por: Ezequiel Vázquez Ger
Las últimas elecciones en Venezuela despertaron todo tipo de comentarios y opiniones. Están los que dicen que fue un triunfo de la oposición, los que sostienen que fue un triunfo del gobierno, y los que creen que quién perdió fue Venezuela entera. Pero saliendo un poco del resultado electoral y mirando como quedó distribuido el escenario político, veo al país dividido en tres grupos:
Grupo 1: el chavismo retrogrado de Maduro que lejos de tener algún tipo de intención de abrirse al diálogo continuará hundiendo al país. Este grupo no requiere mayor análisis.
Grupo 2: el establishment opositor, cuyo único objetivo parece ser seguir siendo oposición. Este grupo incluye a algunos (no todos) miembros de la Mesa de la Unidad. Ven el resultado electoral como algo totalmente positivo. Creen que el hecho que el chavismo ya no tenga el 50% es motivo suficiente para festejar. Para ellos la MUD es la única plataforma capaz de liderar la oposición, y creen que la “participación” o “el voto” es el único camino legítimo para salir del chavismo. Por supuesto, el líder único y supremo es Henrique Capriles, y cualquier persona que se atreva a criticar a él o a la propia MUD, es un opositor radical.
Sostienen que la única forma de combatir al gobierno es “manteniéndonos unidos”, “construyendo el dialogo” o “promoviendo la convivencia y unidad superior del país”. Muchas palabras bonitas a las cuales nadie se puede oponer -todos queremos un país que dialogue-, pero al fin y al cabo solo palabras, totalmente alejadas de la realidad sin ningún significado real detrás.
Este grupo no tiene convicción. No se guían por principios si no por encuestas. No denuncian el ventajismo electoral porque creen que entonces la gente no va a votar; no llaman a la gente a protestar en la calle y defender el voto, porque entonces alguien va a decir que están buscando violencia; critican los saqueos, pero no defienden la propiedad privada, no vaya a ser que los tilden de capitalistas.
En este grupo existen muchos cómplices: personas que “lideran” la oposición, al mismo tiempo que figuran como directores en bancos que durante los 15 años de chavismo han hecho fortunas absurdas de maneras no muy decentes; personas que denuncian la corrupción, pero no con nombre y apellido, porque son financiados por los mismos boliburgueses que se enriquecen con el gobierno.
No quieren cambiar nada. Están muy cómodos siendo la oposición. Son minoría, pero son el establishment, y hablar mal de ellos es políticamente incorrecto, es ser radical.
Grupo 3: el tercer grupo son aquellos que se animan a pensar un poco más. Son personas que no les interesa ser parte del status quo, ni hacer lo que una encuesta les diga, si no lo que esta bien. Participan en las elecciones, por supuesto, pero entienden que en Venezuela no hay democracia y que la salida no es el voto si no la calle. No se resignan a perder la calle, es solo que todavía no tienen del todo claro como recuperarla.
Son la mayoría. Respetan a Capriles por el trabajo monumental que hizo durante todo este tiempo, pero también lo critican constructivamente, y esperan una autocrítica de su parte. No hablan con palabras bonitas sin contenido: dicen las cosas como son, sin filtro y sin autocensura.
A Venezuela le esperan meses de más inflación, más apagones, más inseguridad y más violencia. Hablar de dialogo y unidad no es suficiente para combatir estos problemas. Es hora de que aquellas personas que se sienten parte del tercer grupo “se bajen del carrusel y empiecen a caminar”.