¿Arde Brasil?

Fabio Quetglas

No es un descubrimiento novedoso que la convivencia urbana es potencialmente conflictiva; pero en cambio es sorprendente ver movilizaciones ciudadanas masivas en Brasil.

¿Qué es lo que sucede?

Brasil es un país que ha hecho transformaciones institucionales relevantes en los últimos años y ha sido tierra de recepción de capitales a gran escala. Esos capitales, entre tantas cosas, también generaron una significativa “especulación inmobiliaria” (sin llegar –ni de lejos– a los extremos de España) con toda la saga que ello implica: valoración del suelo, endeudamiento de familias y expansión urbana.

Así las cosas, las ciudades crecen, y crecen en extensión, con servicios pobres, desalojando a los pobres a los márgenes de autopistas, a los centros degradados, a las zonas bajas.

Los gobiernos de Lula y Dilma han intentado construir herramientas de planificación contra el desmadre urbano, pero no han hecho nada ni desde lo fiscal o financiero. Hoy Brasil vive la paradoja de expulsar por razones inmobiliarias crecientemente lejos a los trabajadores que necesita funcionalmente cerca. Insostenible humana y urbanamente. Esa distancia es costo en tiempo y en dinero y deben pagar más los que menos ganan. Por lo demás, es tal el grado de desquicio que hay gente que prefiere no moverse (y no trabajar) por el esfuerzo de movilidad que ello implica.

¿Son por tanto las movilizaciones un signo de fracaso? Relativo, el problema de la desconfiguración urbana tiene casi un siglo en Brasil y el alto costo del transporte es de vieja data; quizás las movilizaciones hablen más de una consciencia cívica y de la emergencia de una sana conflictividad que de otra cosa.

¿Cómo puede resolver esto Brasil? Debería mirar a su alrededor, en Argentina fracasan los subsidios masivos e indiscriminados, en Chile el mercado puro y duro empuja a la gente al auto (y alimenta el problema), en Colombia hay una puesta interesante por el transporte público. Quizás una combinación de subsidio a la demanda e inversión pública en la generación de medios alternativos al bus puede ser una vía de corto plazo.