Seguramente no aporto nada al lector informándolo de que finalmente “Habemus Papam” y que éste es Argentino.
Sí podría sumar un poco de polémica sosteniendo que, dado el tradicional reconocimiento del “Ius soli” (derecho del suelo) como criterio de nuestro país para otorgar nacionalidad a sus habitantes, los actuales ocupantes de las Islas (con excepción de las tropas coloniales) deberían ser considerados como argentinos.
Si finalmente me atreviera a sostener que el Premier británico también lo es, la opinión general de los distinguidos lectores, sería unánime: “El marino se volvió loco”
Pero mi atrevido razonamiento no obedece a cuestiones de derechos de suelo o de problemas de salud mental, simplemente me baso en las actitudes con los que los súbditos de su Majestad han sorprendido al mundo en los últimos días.
En primer lugar la realización del plebiscito, consulta popular o como se la quiera llamar realizada entre los habitantes de las islas, para comunicar Urbi et Orbi lo que ya todos sabíamos que pensaban y cuáles son sus deseos- tan respetables como ilegítimos – para el futuro de las Malvinas y ellos mismos.
Cuando creíamos que habíamos llegado a la cima en la escala de fabulaciones e inventiva popular para sostener lo insostenible, el Premier nos sorprende expresando su repudio por las declaraciones del flamante Papa Francisco sobre la soberanía Argentina en Malvinas, formuladas cuando todavía no era Papa y en su condición de Cardenal Primado de nuestro país.
Tanta cantidad de chicanas, alteración de hechos, verdades a medias y otras yerbas, se comparan con lo peor de la política y costumbres criollas. Las mañas puestas de manifiesto por nuestros vecinos y sus líderes políticos se asemejan a nuestras listas de candidatos testimoniales, a nuestros diputruchos (los de antes, pero también los del memorándum con Irán). Flota en el ambiente isleño un aroma parecido al de nuestras políticas clientelares, a nuestras mayorías automáticas no pensantes. Cameron habla de Argentina pero lo hace para consumo del mercado interno inglés…. Es decir nos copiaron, se contagiaron o, lo que es peor, a tono con la moda, alguien los inoculó con idiosincrasia criolla (con lo peor de ella, claro está).
No le concedió a nuestro ex cardenal ahora Papa, la posibilidad de intentar asumir en su nuevo rol –ahora supranacional- un papel ecuménico que nos acerque a una solución. Menos mal que el Cardenal inglés tuvo que abstenerse de participar del cónclave, porque de seguir el criterio de Cameron -y siendo que seguramente le habrá dado alguna vez la bendición a algún combatiente ingles- eso lo volvería persona non grata para nuestro pueblo (si hubiese sido elegido Papa).
La celeridad para denostar al Pontífice fue casi tan veloz como la surgida aquí mismo para sacar a relucir de una manera fabulesca responsabilidades nunca demostradas ni tan sólo denunciadas sobre la supuesta participación de Francisco (el Santo Padre) en hechos aberrantes de nuestro pasado reciente.
Tal vez por alguna injustificada razón, uno tendía a pensar que estas cosas en Inglaterra no pasaban, pero sí pasan y son tan repudiables como las mañas políticas vernáculas.
Es natural que mi criterio de objetividad respecto a la cuestión Malvinas esté turbado por algunas circunstancias. Primero, soy argentino, segundo, soy veterano de guerra, tercero, nací un dos de abril; pero a pesar de ser muchas veces crítico de la gestión de nuestro actual canciller, no puedo menos que alzar la voz para alertar a los posibles desprevenidos sobre el bajo nivel que ha tomado la postura inglesa y kelper en torno a esta disputa. Y fundamentalmente a la creciente falta de respeto del mandatario inglés para con nuestro pueblo.
La fortificación excesiva de las islas, frente a un país que está prácticamente desarmado, es una muestra más que acabada de que el gobierno inglés trata de sofocar o tapar sus cuestiones internas involucrando a la sociedad inglesa en una disputa que realmente a pocos interesa.
Las imágenes que a diario nos llegan mostrando a “ingleses de Malvinas” (que no son iguales a los otros) envueltos en la bandera “inglesa de Inglaterra” es tan esperable como ver reinar la “azul y oro” en la Bombonera. Es más que claro que ellos no quieren ser argentinos, hasta es razonable y entendible que así piensen, pero no hay que torcer la mira del objetivo. La Argentina no pretende que se enamoren de nosotros, nos alcanza con que entiendan que no les corresponde a ellos la decisión sobre la soberanía del suelo que habitan.
Y me atrevo a decir que no son imputables por el error que cometen; han nacido, crecido y se han desarrollado en un contexto determinado y a ninguno de nosotros nos gustaría que nos cambiaran de pronto las reglas de juego y menos luego de una guerra. Para entender y negociar estas cosas los países tienen gobernantes y si esos gobernantes son estadistas, tanto mejor; pero quien en su ceguera de no ver hacia dónde va el mundo, arremete contra un Papa a horas de su nombramiento, está condenado irremediablementeal juicio adverso de la historia.
Un párrafo final para los hombres de Malvinas (nunca fueron chicos): dieron todo, ofrecieron en todos los casos su vida, la guerra sólo tomó algunas, ninguno volvió siendo el mismo. Muchos aún son jóvenes, tienen la memoria intacta, los recuerdos frescos y las convicciones firmes. No les falte el respeto, señor Cameron. Siga pensando y sosteniendo lo que políticamente más le convenga, pero le repito y le imploro; no les falte el respeto, ellos tuvieron las agallas que tal vez Ud. no tenga ahora para sentarse a dialogar.