La tan ansiada, esperada y planificada vuelta a la escena pública de nuestra primera mandataria nos deparó a los argentinos -y por qué no decirlo, al mundo entero- no una sino tres sorpresas. En primer término, el cortometraje documental en el que la Jefe de Estado nos anunció su regreso tuvo como directora de cámaras (perdón, de cámara) a la mismísima Florencia K, quien como pudimos apreciar puso sobre la mesa las últimas innovaciones en materia de cinematografía casera, escenas realmente jugadas, tomas audaces y efectos especiales que envidiarán seguramente los principales capos de Hollywood.
La segunda gran novedad que dejó absortos a millones de televidentes fue el aire naïf de la Presidente, los lógicos agradecimientos a todos lo que hicieron posible su estupenda recuperación y a los que rezaron o apoyaron desde el anonimato. Y es espectacular que hubiera tenido ese detalle, en este capítulo permítame –amigo lector– incluir la presencia en cámara del peluche pingüino, ataviado de manera parecida a la de la propia Cristina y que hizo que los niños en sus casas vieran con desprecio a sus ositos, gatitos, monitos y demás animalitos de juguete.
Pero he dejado para el final lo que sin lugar a dudas constituyó el golpe de efecto de la jornada. La aparición sobre tablas del simpático, pícaro y juguetón Simón, el perrito bolivariano que con su avidez por devorar el cabello presidencial, arrancó más aplausos que los que habitualmente brindan en los actos los aplaudidores oficiales, y más carcajadas que las que se producen cuando el INDEC da a conocer el índice mensual de inflación.
Me tocó ver “el regreso” rodeado de camaradas marinos y me llamó la atención que un “rudo suboficial”, de esos que pocas veces pronuncian palabra alguna , espetó un significativo “que lindo el cusquito”. Evidentemente, el objetivo estaba más que logrado; borrón y cuenta nueva; acá no pasó nada, vamos por más, vamos por todo o mejor dicho vamos por lo que queda. Aunque parezca mentira, la mascota de trapo y la de carne y hueso tuvieron más impacto que el quinteto económico (ahora desarmado) anunciando la llegada del CEDIN.
A pocas horas de emitidas aquellas impactantes imágenes, tomamos conocimiento de que arribaban al entorno presidencial otras mascotas para comenzar a ocuparse de menesteres varios y que al mismo tiempo viejas criaturitas de Dios fueron expulsadas del criadero y enviadas al destierro a lugares para nada inhóspitos como ser Italia y Francia entre otros.
Así las cosas, esta suerte de corral ministerial comenzó a inquietarse por la llegada de nuevos moradores que alteraron una rutina establecida hace más de diez años. Rutina que indicaba que los habitantes de la granja no hablaban con extraños. Más si esos extraños portan micrófono y cámara de video. En dos días, el nuevo Rey León brindó sendas conferencias de prensa, en las que en medio de un tumulto se mezclaron conceptos económicos, filosóficos, diplomáticos, impositivos culinarios y hasta religiosos. La gran mayoría de los protagonistas y de los espectadores de estas cataratas de declaraciones están aún tratando de decodificarlas e interpretar qué quisieron decir.
Otra de las simpáticas criaturas que ahora tiene una jaula mucho más importante no se quiso quedar atrás y originó su propio tumulto informativo, disfrutando sin disimular cada vez que algún desesperado cronista ávido de respuesta le gritaba a voz en cuello “Ministro, Ministro”.
Los animales más viejos, entre tanto, apenas recuperados de su sorpresa, también comenzaron a intentar por todos los medios disponibles a llamar la atención del público espectador demostrando cada uno sus habilidades (monerías que le dicen); éstas pueden ser relativas al transporte público, a la industria, al manejo de una provincia, a las cuestiones laborales, a la tarea legislativa o a lo que usted –amigo lector– quiera imaginar. Hasta el más desprevenido espectador ha podido ver por estos días cómo todos quieren posicionarse en la escala zoológica del protagonismo; algunos incluso están olvidando que cada tres palabras que pronuncian en público dos al menos deben ser referidas a “Él” o a “Ella”. Estos cada vez más frecuentes olvidos pueden hacer enfurecer en cualquier momento a la dueña del zoo con consecuencias impredecibles
Permítame ahora, dejando de lado cualquier metáfora o traviesa comparación, pedirle ayuda para aclarar algo que no llego a comprender. Desde con una sutil tibieza oficialista hasta con gran euforia opositora, la mayoría del arco político nacional celebró la tarjeta roja aplicada al inefable Guillermo Moreno, “responsable” de buena parte de los males nacionales. No hubo medio periodístico que se perdiera la oportunidad de enumerar la larga cadena de desaciertos de este sin lugar a dudas “fiel perro” del relato. Desde la Supercard y los Cedines, hasta el control de precios, las restricciones a las importaciones y el cepo que no es tal… Todo, absolutamente todo, reposa sobre sus ahora destituidos hombros.
Asimismo, Mercedes Marcó del Pont, la improvisada jefa de las arcas de la Nación, ha sido reemplaza por un hombre de peso en el mundo bancario. La osada ex funcionaria se atrevió a decir que había que luchar contra la inflación y que a cada rato le pedían desde el Poder Ejecutivo abrir la bóveda de la calle Reconquista para sacar algún que otro dólar para pagar un vencimiento. Too much, éramos muchos los que sabíamos que no era capaz de cuidar los ahorros de la patria.
Lorenzino vio cumplido su sueño, expresado en aquella memorable frase “me quiero ir”. “Lo pedís, lo tenés”, le respondieron desde Balcarce 50 y partirá raudo al Banco Mundial. El poco comunicativo jefe de Gabinete se irá a tomar pisco a Chile y en su lugar a llegado un recargado Capitanich que no para de hablar, intentando explicarnos todo lo que va a hacer y cómo se va a arreglar todo lo que está roto desde hace aproximadamente… 10 años.
El primer candidato a diputado por la Provincia de Buenos Aires por el oficialismo intentará desde su lugar de diputado perdidoso, pero diputado al fin, bajar la edad de imputabilidad para menores delincuentes. Pero conspicuos dirigentes del mismo oficialismo, jefe de Gabinete entrante incluido, le han dicho poco menos que se deje de hablar pavadas; de paso los voceros oficiosos se ocuparon de hacerle saber que Miami no es una buena opción para recuperarse de la paliza electoral.
En mi pago chico (la actividad marítima), encumbrados dirigentes siempre oficialistas proclaman a quien quiera oírlo que las recientes medidas restrictivas de cargas y descargas entre puertos de Argentina y Uruguay son una locura y que el aplaudido proyecto de ley de “Marina e Industria Naval” no ha sido consultado con el ministro del área y que nunca verá la luz verde para ser tratado sobre tablas.
Y aquí es donde imploro vuestra ayuda. Si los que se fueron se fueron por hacer todo mal, ¿por qué no los sacaron antes ? Si los que vienen (que por otra parte ya estaban) tienen la solución para todo, ¿por qué no lo dijeron antes ? Por otra parte si los que estaban antes y los que están ahora hacen lo que la señora les dice que hagan, ¿por qué los que se fueron fracasaron y éstos tendrán éxito? ¿Tal vez la interpretan mejor? ¿O tal vez reciben órdenes distintas a las que recibían sus antecesores, o habrán decidido no hacerle caso? Si los unos y los otros coinciden en que la solución a todos los males es la profundización del modelo, ¿será que en las profundidades del modelo está previsto el cambio de rumbo ? Y finalmente, ¿no será que estamos a la deriva, no?
Debo reconocer que ya he encontrado al mejor alumno de mi curso de “metáforas marineras”. Sin lugar a dudas la frase pronunciada por el líder camionero Hugo Moyano resume magistralmente lo que muchos argentinos tememos cada día con más fundamento. Dijo Moyano: “Al jefe de gabinete le han dado el mejor camarote del Titanic”. Jamás he deseado tanto que Don Hugo se equivoque; lamentablemente nunca estuve tan convencido de que alguien haya “batido la justa”.