Cuando en aquella recordada ceremonia en el monumento a la Bandera, la Abogada exitosa y arquitecta egipcia que guía los destinos de la Nación pronunció la contundente frase “vamos por todo”, fueron muchas las interpretaciones que politólogos, sociólogos, periodistas especializados y opinólogos en general hicieron.
Van por los bancos, por las empresas, por las silo bolsas, por los gremios, etc., etc. Todo es posible en el mundo de la política y muchos de esos presagios se van viendo concretados a medida que pasan los meses y aunque el modelo se encamine a un inexorable y triste final.
El modelo y su consecuente relato no nos dan tregua y no llegan a agotar nuestra capacidad de asombro, ya que cada día algo nuevo y absolutamente disparatado para la comprensión del ciudadano medio nos sacude. Así por ejemplo un día nos informan que nuestra Jefe de Estado es amenazada por ISIS, pero al día siguiente nos dicen: “Si me pasa algo no miren a Oriente sino al Norte”. También vemos con asombro que se invita a un funcionario de la jerarquía del presidente del Banco Central a un acto en casa de gobierno , se lo sienta en primera fila y se lo enfoca en primer plano justo en el momento en que la Presidente lo decapita en público (decapitación metafórica pero efectiva).
Ahora le pido, amigo lector, que preste su mayor atención a la siguiente historia. Durante muchos años, jóvenes y no tan jóvenes provenientes de clases más o menos acomodadas de nuestra sociedad (esas que el modelo repudia) se iniciaron en el exclusivo mundo de la náutica deportiva a bordo del velero escuela Náutico una joya de diseño de 60 pies de eslora que constituyó el orgullo del Club Náutico San Isidro. En 2013 con la llegada de un nuevo barco, el náutico fue puesto en venta a un precio base de U$ 90.000. Fue adquirido por un grupo de militantes de La Cámpora mediante una entidad denominada Fundación interactiva para la preservación del agua. Para ser una fundación recién nacida, una buena inversión, que amerita felicitar a sus directores por sus habilidades para conseguir fondos.
En una extraña mezcla de ecología y militancia, el barco fue rebautizado; algo que un nauta de verdad jamás haría. La nave ahora se llama La Sanmartiniana y con ella sus responsables prometen hacer campañas de concientización sobre cosas tan dispares como la importancia del agua y la reivindicación de la soberanía argentina en Malvinas.
Entre los “líderes” de este particular proyecto se encuentra el ex guardiamarina Julio César Urien, aquel que, vistiendo el uniforme de la Armada, mató sin dudar a un subordinado que se negó a entregarle las llaves del armero, para intentar consumar el recordado fallido intento de copar las instalaciones de la ESMA. Urien cometió uno de los actos más repudiados por cualquier combatiente. La traición. Ya que, si bien adhería al ideario guerrillero, siguió vistiendo su uniforme naval. Astiz (compañero de promoción de Urien) fue repudiado por haber hecho lo inverso, es decir, infiltrarse en las líneas del oponente. Astiz purga prisión perpetua, Urien fue ascendido por Néstor Kirchner a Teniente de Fragata, se le pagaron todos los salarios caídos y premiado con la presidencia del Astillero “Rio Santiago” por pedido de Néstor a Felipe Solá por entonces gobernador de la Provincia de Buenos Aires (bueno es recordarlo).
Así las cosas, la Sanmartiniana se apresta a dar un paso más en el famoso camino del “vamos por todo”. En los próximos días estará zarpando repleta de entusiastas militantes rumbo a las Malvinas. Con mucha altanería y casi nada de conocimientos marineros, los muchachos del teniente guerrillero, pretenden desafiar algo más que la legislación kelper que por ahora y mal que nos pese impera en las islas. El desafío a vencer es nada más ni nada menos que la furia del Atlántico Sur.
Con la soberbia propia de quienes son “soldados de Cristina”, este grupo de pibes de la liberación, ha solicitado a la Armada Argentina (más bien ordenado) que se les preste todo tipo de ayuda, desde material cartográfico, hasta elementos para la navegación y vituallas varias. Varios han sido los expertos marinos que les han indicado a los jóvenes “colonizadores” que los riesgos son muchos y que una cosa es navegar por el litoral fluvial y otra muy distinta aventurarse mar adentro. Aún hoy los escasos medios con los que cuenta nuestra marina militar, están siendo afectados a la búsqueda de los tripulantes del velero Tunante II perdido en aguas brasileras; esta aventura irresponsable debería ser detenida antes de que por elementales cuestiones de humanidad debamos enfrentarnos a la necesidad de patrullar el mar para rescatar a un grupo de caprichosos hacedores de la “década ganada”.