Por: Franco Rinaldi
Aerolíneas Argentinas tiene un vuelo al que todo el mundo debería subirse. Un vuelo que mucha gente soñó tomar, aun sin haber viajado nunca en avión. Es un vuelo que significa el triunfo de la ciencia, del transporte aéreo, del motor a reacción y de la aerodinámica. Debería ser hasta un viaje escolar de fin de curso, o de la mitad de la cursada en la escuela. Como los chicos de Corea del Sur, que viajan con la escuela a California como parte su aprendizaje.
El vuelo de Aerolíneas Argentinas a Sydney se terminará el 1º de abril de 2014.
Volar ha sido siempre, y en algún sentido siempre lo será, un sueño hecho realidad. Recorrer catorce husos horarios en poco más de doce horas también debería ser considerado un bien ganancial argentino, y no en nombre de símbolos o patrioterismos, sino, por el contrario, en virtud de la capacidad de desplazarse, de explotar la ciencia, la tecnología y la capacidad de hacer negocios, de desarrollar y viabilizar industrias.
La decisión oficial del grupo estatal que conduce Mariano Recalde fue anunciada, sin embargo, como una noticia anecdótica, mezclada con otras “buenas nuevas” que tiene la empresa para contarle a la opinión pública.
Cada vez que una aerolínea anuncia la suspensión o cancelación de una ruta, es motivo de autocrítica y revisión. En el caso de Ezeiza-Sydney todavía más, porque es de las pocas rutas que aún sin competencia le producen pérdidas a la aerolínea, y porque con esa suspensión termina la conexión directa, aérea, entre Buenos Aires y Oceanía.
Significa, para la aerolínea, otro fracaso administrativo y empresarial en la gestión de la compañía.
La famosa ruta que sobrevuela cerca del polo sur para acortar camino hasta Oceanía comenzó vía Río Gallegos el 7 de junio de 1980, terminó en Auckland, Nueva Zelanda, y se hizo con un Boeing 747-200 propiedad de la empresa. El mismo tipo de avión en diciembre del mismo año voló sin escalas desde Melbourne, Australia, hasta Ezeiza, aprovechando así la ventaja que significa volar en dirección al Este que se traduce, en esta ruta en particular, en una hora menos de vuelo y por tanto permitía la conexión sin la escala en la Patagonia.
Con la llegada de los Airbus A340 a Aerolíneas Argentinas en 1999, la empresa fue cambiando el uso de los aviones para enviar a Oceanía. Posiblemente ese cambio haya sido el comienzo de una larga agonía para un destino que hoy por hoy sólo cubre Aerolíneas Argentinas.
Desde hace varios años, incluido el período de la gestión estatal, la línea aérea de bandera usa para volar a Sydney el Airbus A340. Hace más de un año, el 30 de junio de 2012, la actual gestión decidió suspender la escala en Auckland para llegar a Australia con el vuelo non-stop. La decisión, como se puede corroborar hoy siguiendo el propio comunicado de la empresa, fue un rotundo fracaso.
Los Airbus A340 que alquila la administración Recalde a cambio de varios cientos de miles de dólares por mes no pueden volar con full pax (completos) hasta Sydney. Lo impide la ecuación peso del avión completo-gasto de combustible. Debido a esto, Aerolíneas no puede vender la totalidad de los asientos disponibles en el trayecto Ezeiza-Sydney sino que debe dejar alrededor del 30% de la ocupación del avión liberada. Más directo: se deben dejar asientos vacíos y menos carga para la ida. Todavía peor, la conducción de la empresa obvió que aun con esta penalidad en el vuelo, con malas condiciones climáticas en ruta, el vuelo de Aerolíneas debería utilizar de todas formas la escala técnica de Auckland, por insuficiencia de combustible para llegar hasta Sydney.
Desde que AR levantó su escala en Auckland, LAN incrementó las frecuencias desde Santiago de Chile. Al día de hoy tiene una frecuencia diaria a Auckland siguiendo después a Sydney como destino final.
Si es por deficitario que se cierra una ruta histórica, y a mi juicio valiosa entre los dos continentes, las pérdidas de la ruta a Sydney son, pese a esta catarata de malas decisiones, inferiores a las que generan Madrid, Barcelona, Miami, Roma e inclusive Usuhaia-Calafate. Cabe entonces la pregunta: ¿no deberían suspenderse esos destinos siendo que estos pierden aún más dinero anualmente? Además, esos destinos están cubiertos por otras compañías aéreas.
La historia de los Airbus A340 y Aerolíneas nunca pudo ser exitosa. Esto, sin embargo, no es imputable a Airbus, que al fabricar el A340 construyó un avión de largo alcance que durante muchos años fue un producto muy exitoso. Pero Aerolíneas siempre alquiló los dos tipos de A340 menos indicados, además viejos y con problemas de mantenimiento, en algunos casos crónicos. Por ello la actual conducción cuando decidió profundizar la flota de A340, casi en paralelo a que el consorcio europeo anunciara el cierre de su producción y con ello disparara automáticamente sus costos operativos, sólo empeoró su futuro, el de los pasajeros y el de los contribuyentes.