El negocio de Ciudad Rock no es para los porteños

Graciela Muñiz

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha decidido desmantelar el Parque de la Ciudad. En lo que fue un amplio espacio verde que funcionaba hasta poco tiempo como parque de diversiones, y en cuyas instalaciones se realizan las colonias de vacaciones que dependen del Ministerio de Educación, se ha instalado un negocio llamado Ciudad Rock, con un gasto a cargo del presupuesto comunal de más de cincuenta y seis millones de pesos, en el que los porteños cedemos la tierra y al que algunos podrán asistir como espectadores.

Durante una visita realizada hace una semana en forma conjunta con otros legisladores y vecinos de esta ciudad, pudimos observar las enormes deficiencias y los peligros para la seguridad e integridad de las personas que asistan a este festival. Un claro ejemplo es que las salidas de emergencia, fundamentales en caso de producirse un siniestro, carecen de los mínimos elementos de seguridad y señalización. Todavía permanecen allí los restos de los juegos que pertenecieron al Parque de la Ciudad, hoy torpe e indiscriminadamente destruidos, lo que exhibe el estado de abandono del predio pese al formidable negocio que implica el festival. Pese a esta situación y a las advertencias realizadas y acciones judiciales presentadas, ya se realizaron allí dos conciertos.

Todo esto vuelve a exponer esa gestión desprolija, atolondrada y poco inteligente que caracteriza al Gobierno de la Ciudad, que actúa como un depredador voraz, hambriento de negocios y negociados. Para esta Ciudad Rock, la importante inversión del Gobierno de la Ciudad (de los porteños) beneficiará exclusivamente a la empresa Siberia SA, que por un ridículo canon de ciento ochenta mil pesos accede a un negocio por el que obtendrá, como mínimo, una recaudación de veinticuatro millones de nuestra moneda de acuerdo con sus propios cálculos. Por su parte, los vecinos de la ciudad deberán pagar también su ticket para asistir al festival.

Como vecina y defensora adjunta del pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, esta nueva obra del gobierno de Mauricio Macri me deja este triste inventario: destrucción de bienes públicos, reducción de los espacios verdes, negociados con privados a exclusivo beneficio de éstos y los vecinos como clientes.