Los controles de precios fueron y serán siempre un fracaso

Gustavo Lazzari

El 25 de enero de 2013 en un discurso pronunciado en la Casa Rosada, la presidenta de la Nación dijo: “Está demostrado por el paso de la historia que obligar, acordar, esas cosas no sirven, es el propio usuario y consumidor el que tiene que hacer valer sus derechos“. Sin embargo el 4 de febrero, diez días después, el secretario Guillermo Moreno acordó un congelamiento de precios con las principales cadenas de supermercados.

Más allá de la abierta contradicción entre los dichos de la presidenta y el nuevo intento de “congelamiento” es necesario analizar tres cuestiones.

1) El congelamiento en el fondo implica un aumento por cuanto las cadenas de supermercados dejarán de publicar rebajas del 15%, 20% y 30% como lo hacían habitualmente hasta el último fin de semana.

2) El objetivo del congelamiento es “calmar el agua” dado que los meses de febrero, marzo y abril son muy febriles, en términos de negociaciones paritarias. Y aquí el gobierno tiene dos problemas. Por un lado, fuertes aumentos de salarios pueden inducir a las empresas a ajustar aún más los precios a la suba. Por otro lado, las paritarias del sector público implican un serio riesgo para la situación fiscal ya seriamente comprometida.

3) El control de precios, fue, es y será siempre un fracaso. La historia argentina es lapidaria.

Entre febrero de 1967 y noviembre de 1989 transcurrieron 24 ministros de economía y 274 meses. Sólo en el 10% de ese tiempo hubo libertad de precios. El resto del tiempo los precios estaban controlados, concertados, pautados o administrados por la autoridad pública. Sin embargo, la inflación fue devastadora en todo el período.

Según un informe de FIEL, el régimen de precios de ese período se distribuye de la siguiente manera.

  • 30 meses con precios libres                 10,9%
  • 57  meses con precios vigilados         20,8%
  • 45 meses con precios concertados   16%
  • 76 meses con controles de precios   27%
  • 26 meses con precios pautados          9%
  • 95 meses con precios máximos          35%
  • 36 meses con precios congelados      13%

El fracaso fue total e incuestionable. Esta batería de mecanismos no evitó que aquello que costaba 1$ m/n en 1967  llegara a costar en 1989 nada menos que 3.945.977.971,92 $ m/n. (eso sí, expresados en australes).

De esos 23 años, en sólo uno la inflación anual fue menor al 10%. Durante catorce años la inflación anual superó el 100%. El final, en 1989 fue la trágica hiperinflación, que muchos ya olvidaron.

 

Ni el nazismo ni los soviéticos

Los nazis quisieron controlar el precio de la carne y no pudieron. El 26 de noviembre de 1936 establecieron un control de precios que les ponía un límite (entre ellos la carne) hasta el 17 de octubre de dicho año (la coincidencia con el día peronista es sólo casual). Tiempo después, el jerarca nazi responsable del planeamiento económico Herman Goering, siendo prisionero, confesó que “si intentan controlar precios y jornales, es decir el trabajo del pueblo, deberán controlar la vida de las personas y ningún país puede intentarlo a medias. Yo lo hice y fracasé. Asimismo, una nación tampoco puede imponer un control absoluto. Y lo intenté y también fracasé”. [1]

Los soviéticos vieron fracasar el más cruel sistema de control de precios, vidas y personas.

Para mitigar las nefastas consecuencias del control en términos de desabastecimiento y hambrunas, los soviéticos popularizaron una adivinanza. “¿Qué cosa mide cincuenta metros de largo y come papas?. Respuesta: el pueblo ruso haciendo la cola para comprar carne”.


[1][1] Extracto del libro 4000 años de controles de precios y salarios. Robert Schuettinger y Eamonn F. Butter. Editorial Atlántida, The Heritage Foundation, 1979