Por: Horacio Minotti
En principio debería abonarse la tesis de que cualquier resultado electoral en las próximas legislativas de este año es para el gobierno una “mala elección” si no obtiene los números necesarios para poder intentar sancionar una ley que declare la necesidad de la reforma constitucional, algo que requiere el apoyo de los dos tercios de los miembros totales de cada Cámara.
El oficialismo no podría hacerlo hoy, dado que el modo en que están conformados los bloques, lo deja a años luz de semejante posibilidad. Si se analiza una votación controvertida como la que sancionó el proyecto que avalaba el acuerdo con Irán, con diputados renunciando a sus renuncias y aliados, el bloque oficialista obtuvo 137 votos, que parece ser su máxima capacidad al día de hoy. Pero para la ley que declare la necesidad de la reforma se requieren, en diputados, 172 votos, es decir, los K necesitan 35 diputados más.
Ahora bien, en las próximas legislativas, si nos centramos en la Cámara de Diputados, el kirchnerismo renueva su peor elección de estos 10 años, la de medio término de 2009. Por ende, en lugares clave como la provincia de Buenos Aires, sobre 35 diputados que se eligen, solamente deberá revalidar 12 bancas más una de Nuevo Encuentro, que es tan aliado como si fuese propio. Esto es una ventaja sustancial. En las presidenciales de 2012, el kirchnerismo consiguió ganar 20 bancas más dos de Nuevo Encuentro con el 56% de los votos.
Aun repitiendo esa espectacular performance electoral en provincia de Buenos Aires, que incluyó la renovación del cargo de presidente de Cristina Fernández y el de gobernador de Daniel Scioli, el oficialismo podría ganar en este fundamental distrito 8 o 10 bancas más, depende si se agregan otras 2 del partido de Sabbatella.
Eso sin considerar que: 1) es una elección de medio término y resulta más probable que se parezca a 2009 y no a 2011; 2) en este último caso la presidente y el gobernador trabajaron juntos, cosa que no parece ser el caso hoy; y 3) en 2011 no participó una figura como Francisco De Narváez, que fue quien gano la elección en 2009, y que en 2013 reaparece, ligado tanto a Scioli como al macrismo. Pero mantengamos la hipótesis disparatada de un triunfo escandaloso del oficialismo, y pensemos que podrá agregar por ese distrito 8 diputados más.
Siguen faltando 27 legisladores para la ley que propicie el cambio constitucional. En Ciudad de Buenos Aires, el kirchnerismo renueva un solo diputado, sobre 13 bancas en juego. Ese diputado (Carlos Heller) fue producto del 11% de los votos en 2009, mientras que luego en 2011, el FpV con la boleta de Cristina traccionando y la presidencia en juego, obtuvo 29% y 4 bancas. Otra vez considerando que se trata de un comicio de medio término y que las condiciones son sustancialmente diferentes, podría especularse con una elección intermedia, digamos que el oficialismo pueda incorporar por la ciudad otros 3 diputados, ganando 2 (uno es el que renueva con lo cual ganarlo no es incorporar sino mantener), faltándole ahora 25 para alcanzar la reforma.
Santa Fe es otro distrito clave por la cantidad de legisladores en juego. En las elecciones de 2009 el kirchnerismo ganó una banca, mientras que en las elecciones de 2011, con la boleta de Cristina Fernández al mando, obtuvo 4 bancas. Digamos que el mejor escenario 2013, siguiendo la misma lógica que en los demás distritos, puede generar una hipótesis del ingreso de 3 diputados oficialistas, ganando 2 bancas más, y restando 23 diputados para la ansiada reforma constitucional.
En Córdoba la situación es compleja. El Frente para la Victoria tiene dos experiencias muy diversas en las últimas dos elecciones. Enfrentado con De la Sota-Schiaretti en 2009, apenas alcanzó 8% de los sufragios e ingresó un legislador a la Cámara de Diputados. En 2011, habiendo acordado con ellos obtuvo 37% de los votos. Hoy ese acuerdo parece imposible. Digamos que aun así, sin candidato, sin elección presidencial y enfrentado con el Justicialismo cordobés gobernante, el kirchnerismo hace una gran elección y consigue que ingresen 3 diputados nacionales, ganando 2 más y faltándole 21 para dictar la ley que declara la necesidad de la reforma.
El resto de las provincias tienen poca relevancia en términos de representación legislativa nacional por una cuestión poblacional. Pero no puede soslayarse que la victoria en la interna partidaria de Daniel Peralta, en Santa Cruz, puede hacer perder al Frente para la Victoria la única banca que debe renovar por ese distrito, que además es el suyo.
Si pretendemos hacer una breve enumeración adicional, el kirchnerismo tiene más desafíos en pos de mantener que de crecer en las demás provincias: en Tucumán, 3 de las 4 bancas que se renuevan le pertenecen. Parece una aventura pensar que pueda ganarlas todas. En Santiago del Estero se renuevan 3 bancas, y todas pertenecen al Frente Cívico por Santiago, aliado K y contabilizado dentro de los 137 votos que avalaron el acuerdo con Irán. Aun sacando el 100% de los votos no podrían sumar legisladores, apenas mantener. En Misiones renuevan 2 bancas sobre 3 en disputa. En Jujuy, San Juan, y Formosa renuevan 1 sobre 2.
En las provincias donde tal vez puedan tener mejores resultados es en Entre Ríos, donde el oficialismo solamente defiende una banca sobre 5 en juego. Tal vez allí podrían incorporar otros 2 legisladores. Haciendo elecciones brillantes en Salta y Chaco, tal vez podrían ganar un diputado más por cada una de dichas provincias. Así las cosas, sumando los 4 legisladores que menciona este párrafo, el kirchnerismo sigue a 17 bancas de conseguir la reforma constitucional que lleve a la rereelección.
Cuando Cristina Kirchner anunció en la apertura anual de las sesiones legislativas que no habría reforma, lo hizo pensando en esto, en que no podría haberla porque no le dan los números de ningún modo, ni en el mejor de los escenarios posibles. En la provincia clave que es la de Buenos Aires, los encuestadores contratados por el gobierno le adjudican a la mejor candidata oficialista, Alicia Kirchner, una intención de voto de 20% con posibilidades de crecer hasta el 35%. Pero este último porcentual es similar al de 2009 que apenas sirve para mantener, no para crecer. Sea cual fuese el resultado electoral 2013, hay algo que parece seguro: no habrá reforma constitucional, ni rereelección, y por ende, los planetas políticos se realinean de cara a 2015, sin Cristina eterna, con un FpV con fuertes disputas internas por la sucesión y seguramente, en pleno retorno al peronismo puro.