Por: Ismael Cala
Alejandro Sanz se ha convertido en un héroe tras defender a una mujer de las agresiones de un hombre. El cantautor ya era un ídolo, pero ahora lo es más, humanamente hablando, por actuar con decisión contra la violencia. “Eso no se hace, eso no se hace”, reclamó Sanz al agresor, según pudimos ver en más de un video.
El artista reanudó el concierto y se dirigió a los presentes, completando el mejor favor que puede hacérsele al tema, de modo aleccionador: “Les pido disculpas por el episodio de antes, porque yo no concibo que nadie toque a nadie, me da igual, y menos a una mujer”. Sus palabras recibieron grandes aplausos desde el público. Y más tarde recibió un multitudinario apoyo desde las redes sociales, empezando por el actor Antonio Banderas: “Orgulloso de ti, Alejandro. No a la violencia de género”.
Uno de los males más bochornosos de la sociedad moderna es la violencia doméstica, una conducta aborrecible que se manifiesta a través del abuso físico, la amenaza, el ataque sexual, la coacción psicológica, el castigo y la intimidación de toda índole. La Organización Mundial de la Salud ha denunciado que entre el 10% y el 50% de las mujeres han sufrido abusos por parte de sus parejas, en algún momento de la vida. Entre el 12% y el 25% han sido forzadas a mantener relaciones sexuales.
En 2014, al menos 1.678 mujeres fueron asesinadas por razones de género en América Latina, según datos del Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Un cifra intolerable, que debería reducirse a cero. Cerca de veinte países de la región ya han legislado sobre el tema, pero los hechos demuestran que, además de leyes, necesitamos más educación.
La cuestión es grave en todas partes. En España, según reportes de prensa, el teléfono contra la violencia doméstica recibió en 2015 una cifra récord de llamadas, un 19,4% más que el año anterior.
Entre las aristas de la violencia contra las mujeres sobresalen los celos, esa enfermiza necesidad de controlar la vida de los demás. Como explicaré en mi próximo libro, El analfabeto emocional, desde edades tempranas es imprescindible una educación emocional que ayude a evitar impulsos fatídicos relacionados con estos males.
Coincido con Naciones Unidas en que el maltrato de mujeres y niñas es una de las violaciones más serias de los derechos humanos y, sin embargo, parece ser la más tolerada. La violencia se distancia de los sueños y nada tiene que ver con el éxito en la vida. Sólo es, como afirma el escritor norteamericano Isaac Asimov, “el último recurso de los incompetentes”.