Por: Iván Carrino
A lo largo de estos siete años de manipulación de las estadísticas del Indec, que no solo afectaron el índice de precios al consumidor, sino estadísticas tanto o más sensibles como las del crecimiento del PBI y los niveles de pobreza e indigencia, muchos economistas y líderes opositores repitieron a coro que lo primero que se necesitaba para bajar la inflación era dejar de engañar a la gente con las cifras oficiales.
El argumento, en resumidas cuentas, era éste: el gobierno no puede resolver el problema de la inflación porque es un problema que, al tener estadísticas poco confiables, no puede reconocer. Se le atribuía al gobierno una “ceguera a la realidad”, como si fuera un conductor víctima de un velocímetro que indicara que la velocidad a la que va es mucho menor a la real.
Días atrás, el ministro de Economía Axel Kicillof dedicó una larga conferencia a presentar el nuevo Índice de Precios Nacional urbano, que arrojó un duro aumento de 3,7% mensual. Suponiendo que esta cifra es correcta de acuerdo con la metodología utilizada, podríamos decir que, finalmente, se dio el primer paso para bajar la inflación. Lamentablemente, tenemos que decir que ése no es el diagnóstico correcto. Es que el problema del gobierno no era que no podía reconocer la realidad porque sus estadísticas eran erróneas, sino que decidieron deliberadamente dibujar las cifras para intentar ocultar dicha realidad.
En otros términos, si el gobierno hubiese querido resolver el problema de la inflación ¿por qué no simplemente reconocer como válidas las estadísticas privadas e intentar tomar medidas de fondo para que esos números mejoren?
Por otro lado, también la conferencia del ministro dejó claro que el gobierno, a pesar de tener un índice confiable de inflación, no hará nada productivo para bajarla. Al momento de publicar el índice sincerado, Kicillof se encargó de resaltar la importancia del programa “precios cuidados”, la necesidad de que la gente colabore con el control y la responsabilidad que tienen los grupos concentrados en el aumento del nivel de precios en el país.
Es evidente, en este contexto, que por más que el IPC les dé por encima de 30% anual, en línea con las expectativas para este año, el camino que se tome será el venezolano, con más controles, acuerdos, o como se los quiera llamar, que jamás tuvieron éxito en bajar la inflación.
Entonces bien, si no cambiaron el IPC del Indec para bajar la inflación ¿por qué lo hicieron? La respuesta es que esa es la única manera que tiene el gobierno de acercarse al otrora despreciado Fondo Monetario Internacional y a los también denostados “mercados” para ver si vuelven a ingresar dólares a un país que los demanda cada vez más pero tiene cada vez menos.
En conclusión, la medida no se tomó como primer paso para bajar la inflación y, por tanto, este seguirá siendo un tema pendiente. La medida, en cambio, sí se tomó para intentar abrir alguna línea de crédito en dólares del exterior. Sin embargo, si eso es lo único que tienen en mente, el IPC incumplirá también este objetivo.