Por: Javier Klajner
El martes a las 7 de la mañana me confirmaban que había posibilidad de ir a la Audiencia Papal y estar en el saludo final (el llamado besamanos). Llegamos temprano y vimos cómo la plaza se llenaba. La gente dándole la bienvenida en la recorrida que hace por San Pedro, pasando por todos y cada uno de los sectores saludando a los peregrinos en el Papamóvil casi por 30 minutos.
Luego de la catequesis, los saludos y la bendición sobre todos y los objetos que llevábamos, empezó el saludo personal. En primer lugar a los enfermos. En sillas de ruedas, en comunidades de centros de atención, uno por uno. Luego a los niños que se acercaron. Los saludos siguieron con un grupo de peregrinos de diferentes países y muchas parejas de novios (con traje de novia y todo). Por último, los argentinos.
Era un grupo grande. Por ser de los de última hora nos había tocado con mamá casi en el último lugar. Durante los saludos y la bendición había comenzado a lloviznar. En el momento de nuestro saludo se largó con todo. Preparamos el mate. Ya habían pasado más de una hora y el Papa seguía saludando. Éramos los últimos y quedamos solos con él. Cara a cara con un mate en la mano.
La verdad que nos sorprendió el regalo de poder estar tan cerca del Papa Francisco. Hace casi un año que no nos veíamos y al saludarnos lo primero que dijo es “Javier, ¿cómo está la parroquia?”. La delicadeza de siempre. El cariño de siempre. Y aceptando el mate como cuando nos visitaba.
El mismo hombre de siempre con su sencillez y calidez, quizá tomando en el mismo mate que compartíamos cuando venía a Madre de Dios. La misma generosidad y ternura para con mi madre. Emocionante (incluso cuando lo escribo). Gracias Señor por este regalo de estar con Francisco, con el que hace poco menos de un año nos habíamos despidió -antes del cónclave- diciéndome que nos veíamos a la vuelta. Gracias Señor por este regalo para la Iglesia y porque sigue siendo el mismo de siempre, con el regalo de la “gracia de estado”.
Gracia por este pastor bueno que tanto bien nos hace a todos. Al regalarnos la bendición nos pidió que la hagamos llegar a todos. Dios nos bendice por medio del Papa. Y como siempre me dijo, como nos decía a todos, que rezáramos por él.
Rezamos por vos, Francisco, y que el Señor bendiga tu ministerio y la Virgen te cuide.