Por: Jorge Ramos
El senador Ted Cruz estaba muy tranquilo, sentado en un sofá de su oficina, con la pierna cruzada, mostrando una de sus muy tejanas botas negras. Parecía que nada le preocupaba. Sin embargo, fuera de ahí, las palabras y las acciones del senador de Texas estaban causando una tormenta política.
A pesar de que el reciente cierre del gobierno causó un severo daño a la imagen del Partido Republicano -las encuestas lo culpan principalmente por los 16 días de crisis financiera- el senador Cruz sigue actuando como si hubiera ganado. Y puede ser que así sea.
Todos en Estados Unidos ya saben quién es, ha recaudado miles de dólares de votantes muy conservadores y no es ningún secreto que está preparando una posible campaña por la presidencia para el 2016. Todo basado en su ataque a la ley de salud pública conocido como “Obamacare” y a su negativa de apoyar una ruta a la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados.
Cruz argumentó que los mandatos de “Obamacare” están elevando las primas de seguros para millones de trabajadores, al tiempo que han causado la pérdida de empleos para otros o los ha orillado a trabajos de medio tiempo. Añadió también que muchos estadounidenses están perdiendo el seguro que les ofrecían sus empleadores antes de que este programa entrara en vigor. (De acuerdo con la nueva ley, las pólizas de seguros que ofrecen una cobertura inadecuada deben ser mejoradas o cambiadas. Se han enviado cartas a los tenedores de pólizas para notificarlos de este cambio.)
“El sistema de salud Obamacare es el principal responsable de la pérdida de empleos en este país”, me dijo.
El senador me confirmó que él está cubierto por el seguro médico de su esposa en Goldman Sachs, uno de los mejores del país y cuyo costo se calcula en unos 20 mil dólares al año. Millones no tienen seguro médico en Estados Unidos. Pero la prioridad, para él, es crear empleos. Punto.
El senador también tiene una clara política migratoria. Se considera a sí mismo como defensor de la reforma migratoria. “No hay nadie que defienda la inmigración legal más que yo en el Senado”, me dijo Cruz. Está a favor de reforzar la seguridad en la frontera y en aumentar a más de 1.35 millones el número de visas para trabajadores extranjeros por año, eliminando los límites que existen por país.
Pero le recordé que muchos hispanos lo consideran un latino “antiinmigrante” debido a que se opone a un camino a la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados en Estados Unidos, incluyendo a los estudiantes conocidos como “dreamers.”
¿Por qué no darle a estos inmigrantes las mismas oportunidades que tuvo su padre, Rafael, un inmigrante que vino de Cuba? “Mi padre vino legalmente, al igual que tú y millones de inmigrantes”, me contestó este abogado de Harvard. “Las leyes importan, y es muy importante que se sigan las leyes.”
Es este tipo de ideas lo que ha hecho de Ted Cruz un ídolo del Tea Party y de los grupos más conservadores de Estados Unidos. Algunos lo consideran un posible candidato presidencial. Pero hay un pequeño problema: Ted Cruz nació en Canadá, y hay muchos constitucionalistas que creen que, por eso, no puede aspirar a la Casa Blanca.
“Nací en Calgary (Canadá), mi padre es cubano y mi madre es estadounidense”, me explicó. “Mi madre era ciudadana de Estados Unidos por nacimiento así que, bajo las leyes de Estados Unidos, yo soy un ciudadano estadounidense. Esos son los datos”. ¿Ya renunció a su ciudadanía canadiense?, le pregunté. “Estoy en el proceso de hacerlo”. me dijo, “pero aún no se ha completado el proceso”.
No me quiso decir si pensaba lanzarse a la presidencia. Como buen político, me explicó que, por ahora, quería concentrarse en su trabajo como senador. Pero la pregunta es: ¿por qué Ted Cruz querría renunciar a su ciudadanía canadiense si no es para lanzarse a la presidencia de Estados Unidos?
Comoquiera que sea, el político que habló en el Senado durante más de 20 horas para tratar (sin éxito) de que entrara en vigor la nueva ley de salud, sigue hablando. Y no piensa quedarse callado. Su cálculo político es claro: aún perdiendo, gana. Por eso lo vi tan tranquilo, sin prisa, sentado en su oficina.