El PRO y lo que no quiere ser

José Benegas

Hace muchos años, creo incluso antes de que naciera la UCEDE, escuché un comentario editorial de Mariano Grondona en el que decía que los sistemas políticos normales funcionaban como un péndulo de izquierda y derecha. Hoy esos términos son menos útiles que en ese entonces en que estaba claro que izquierda era socialismo y derecha una mezcla de conservadurismo con mercados libres. Así oscilaban los países entre políticas que se identificaban con esos principios y, según Grondona, el problema argentino es que le faltaba el lado derecho del péndulo.

Es curioso pero todavía pasa lo mismo y se ha agravado. No me importa si derecha es útil o como dice un amigo mío sólo se define por oposición a la izquierda, basta decir nos ha faltado desde hace mucho un partido como el Republicano de Estados Unidos, el Conservador británico o el Partido Popular español. Para mis propios estándares de pensamiento político eso es poco definido, pero en la Argentina no se logra ese trazo grueso. La UCEDE fue un gran experimento y llenaba esos requerimientos con holgura. La gente suele subestimar su paso por la historia o intenta sostener que desapareció por fallas de sus dirigentes. Yo tengo otra explicación, creo que fue absorbido en una ola más grande. Pero no quiero hacer una exposición nostálgica, algún día la voy a hacer porque hay mucho que aprender de esa experiencia y de cómo traerla al presente. Quiero analizar el fenómeno del PRO que me sigue resultando extraño.

Con la vuelta al estatismo más furibundo con los Kirchner y la abrumadora corrección política de izquierda, el PRO siempre intentó evitar toda fricción. Su política fue parecerse a lo que sus críticos desde los medios y la intelectualidad de izquierda parecían demandarles. Pero el PRO nunca aprobaba el examen de partido progre, por más que le pusieran Rodolfo Walsh a las estaciones, crearan oficinas de la “diversidad” y siguieran en general todos los cliches propios de esa tribu a la moda. Es raro porque lo natural es intentar ocupar un gran espacio vacío, como el que reclamaba Grondona. No porque fueran a tener éxito inmediato con eso, pero les daba proyección a futuro. Los errores y los malos resultados del kirchnerismo podrían haberse aprovechado de otra manera, con otra claridad.

El Gurú del PRO Durán Barba no quería eso y me podría responder que me remitiera a los resultados. Es cierto, el PRO consiguió cosas que la UCEDE nunca consiguió, pero aunque esto no es un laboratorio para aislar variables, a mí me parece que la extraordinaria actitud autoritaria, delirante y peligrosa del kirchnerismo dividiendo a la sociedad, pagando lealtades y generando miedo, le otorga al crecimiento del PRO la misma explicación que al crecimiento inicial del régimen K: viento de cola desde un piso histórico. En este caso no un viento de los precios de las exportaciones, sino el de un proyecto fascista frente al cual una porción importante de la sociedad intentaba escapar. Escapar a cualquier lado, aunque sea un partido cuyo mensaje parecía salido de un libro de auto ayuda.

Como digo, no lo puedo probar y los del PRO me podrán decir que la fórmula que encontraron cada vez más a la izquierda les ha servido, porque el gobierno está cada vez más a la izquierda y a los que no quieren eso, no les queda más alternativa que quedarse con el PRO. Tengo sí algunas observaciones que van en sentido de mi tesis de que han desaprovechado el campo regalado por el kirchnerismo, que los ha sabido manipular para que se comporten de un modo ultrafuncional a sus intereses.

El primero es la pérdida de apoyo entre el 2009 y el 2011, el segundo la retirada de la fórmula presidencial en el 2011. Por más que hayan dicho que lo hicieron para no ser derrotados, retirarse es reconocer una derrota y además, falta de agallas para perder y reponerse. El tercero es la irrupción de Massa, un ex jefe de Gabinete K. Sólo puede explicarse su aparición en la oposición y por muchos meses en mejor posición que Macri, en la existencia de un vacío. El cuarto es el tenor y motivación de las marchas multitudinarias contra los Kirchner, también síntoma de falta de representación.Finalmente el quinto se terminó de dibujar ayer: la irrupción de Lousteau, un ex ministro de economía cuya gestión fue tan horrorosa que fue sacado del kirchnerismo, que no echa a nadie, en cuatro meses. Como dice José Luis Espert, puso al país al borde de una guerra civil.

Lo que el señor Lousteau representa con su aspecto adolescente y sus modos prepotentes progres, es el tipo de perfil que Durán Barba y los dirigentes del PRO le han querido dar a su partido. Pero les ocupó el lugar con gran facilidad, como Massa les tomó primero el lugar de opositor del lugar más peronista. La conclusión me parece obvia y es que hay un error en cuanto al intento de posicionar al PRO como algo que la propia gente nunca aceptará que son y por eso los comen de todos los costados. Todos los colores, tipos e intensidades de izquierdismo porteño, su distrito, lo enfrentaron a Larreta, el epítome del indefinido ideológico.

Tuvieron la suerte de que Massa cometió el mismo error e hizo una campaña indefinida queriendo parecerse al PRO, cuando su fuerte era haberle clavado un cuchillo a la pretensión reeleccionista. Nada relacionado con ninguna “propuesta” asistencialista de esas que hace meses repite. Estaba en el juego, jugando el partido de la enorme y subrepresentada facción antikirchnerista.

Hay una frustración más a la vocación progre del PRO: la edición internacional de El País de España titula “La derecha gana en Buenos Aires por estrecho margen”; lo llaman a Macri de “derecha” y “conservador”, todo lo que Durán Barba ha intentado que no sea. También me podrán decir que cuando hacen encuestas la gente está encantada con el estatismo y que Aerolíneas e YPF son para ellos como Papá Noel y los siete enanitos. No podía ser de otra manera, si nadie se los ha discutido a los K. Pero de ahí a pensar que el argentino va a votar al que prometa no privatizarlas hay para empezar un grueso error de interpretación de lo que estas cuestiones representan para una persona no politizada y seguir, lo que es peor, por adscribir a una visión pasiva y victimizante de la política en lo que solo cabe atenerse a cualquier tontería que piense el público sin intentar explicarle nada nunca, error que los kirchneristas jamás cometerían. Ellos van con su agenda avanzando sin que nadie se atreva a discutírsela.

No sé si ya se puede cambiar el “cambiemos” por contenido y hasta qué punto la alianza que tiene armada el PRO con el ARI y el radicalismo se lo permitiría, pero a lo mejor, considerando los últimos resultados, valdría la pena aceptar lo que se es, lo que se representan para la gente y demostrar que no se avergüenzan ni piensan que la única posición legítima es parecerse a Fito Paez, que ya se sabe que siente asco por ellos.

Ni siquiera estoy pensando en que adopten una agenda que me conforme, para eso hace falta una paciencia de 20 años que se que esta gente no tiene. Solo digo ocupar el vacío que está regalado.

Y si no tengo razón, como diría un gallego, estaré equivocado.