Por: Juan Cabandié
La herramienta Precios Claros es una aplicación que, según afirman desde el Gobierno nacional, nace con el objetivo de complementarse con Precios Cuidados, a fin de beneficiar a los consumidores para que puedan controlar con una mejor información el valor de productos, pero nuevamente la gestión macrista demuestra que piensa en medidas sólo para un determinado sector social.
Si bien es una herramienta que informa el precio de determinados productos (realiza una comparación entre comercios del mismo barrio), no sirve para los consumidores de escasos recursos, que realizan compras diarias y no cuentan con la posibilidad de comprar productos en cantidad. Es un sistema restringido, que sólo fomenta la concentración de los precios en los grandes supermercados, que tienen la infraestructura para cumplir con la carga diaria de los precios de todos los productos.
Esta política implementada por el Gobierno no combate la inflación ni tampoco es una herramienta válida para el control de los grandes formadores de precios. Solamente incentiva la competencia entre las grandes cadenas de supermercados y la publicidad de sus productos. Siempre y cuando se llegue a popularizar, cosa que hasta el momento no ha ocurrido. Todo esto hace que sea de utilidad para un reducido sector de la sociedad, el que cuenta con un mayor poder adquisitivo y la capacidad económica de realizar grandes compras durante el mes, o bien de reunir un stock y aprovechar los productos que los supermercados tienen en menor precio en ese momento.
Por lo tanto, para todas aquellas familias que realizan sus compras de forma diaria, y con un poder de consumo que se reduce a comprar lo mínimo e indispensable, como la canasta básica, es falso pensar que esta aplicación sea de utilidad, ya que deberían tomarse el trabajo de realizar la comparación de precios todos los días y hacer un recorrido por todos los supermercados que tienen sus productos en baja, lo que implicaría una gran cantidad de tiempo, que posiblemente no disponen.
En la actualidad hay una gran dispersión de precios, es decir, no todo en un lugar es caro ni todo en otro lugar es barato, lo que implica que los consumidores tendrán que buscar precios y hacer recorridas en varios supermercados para adquirir productos a precios razonables. A diferencia de Precios Cuidados, política pública creada e impulsada por nuestro Gobierno, esta aplicación solamente permite una comparación de precios entre supermercados cercanos a su domicilio. Precios Cuidados generaba precios de referencia, permitía al consumidor conocer el valor real de los productos y así poder compararlos realmente y controlar la formación de precios de los comerciantes. Esto implica una clara diferencia a la hora de la defensa del consumidor, ya que en la actualidad, y con estos métodos, no se tiene la posibilidad de acceder a la información adecuada para conocer el precio real de los productos.
La aplicación en cuestión es meramente eso, una aplicación, pero en ningún caso garantiza la transparencia de los precios al consumidor, ya que estos suelen estar sujetos a un acuerdo previo entre los mismos supermercados para seguir formando precios e instalándolos, sin control del Estado. Entonces, termina siendo de utilidad para un pequeño sector de la sociedad, que vive dentro de un radio razonable con varios supermercados (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Zona norte), ya que, de otra manera, no tendrá la posibilidad de acceder a estos precios. Así, esta nueva idea responde, lamentablemente, a la misma política que no está destinada al consumidor de a pie, que necesita de forma inmediata políticas que impliquen cuidar su bolsillo para que su poder adquisitivo no siga cayendo, como lo viene haciendo de forma estrepitosa desde hace cinco meses.