Por: Juan Cruz Sanz
Recuerdo que cuando era chico me enseñaron el funcionamiento de la democracia de una manera muy simple. “Los candidatos dicen sus propuestas y uno vota al que considera que presentó las mejores”. “¡Qué pavada! ¡Qué cosa tan simple!” También recuerdo que con Mauro, mi mejor amigo, que además vivía a pocas cuadras de casa, hacíamos una supuesta elección a presidente de la cuadra. Los dos hacíamos campaña en las dos casas, montábamos una urna y uno era el ganador. Ejecutábamos nuestras propuestas y cada integrante de las dos familias debía elegir. Yo corría con ventaja porque mi familia tenía un par de integrantes más, pero de alguna forma siempre había un traidor y la cosa se emparejaba. Era tremendo el momento de las propuestas, debía ser más astuto que Mauro, buscar algo que logre convencer a nuestro electorado. ¡Qué complicado!
Claro, votar era fácil, lo difícil era ser candidato. Buscar algo que cambie el statu quo. Crecí y me vengo a dar cuenta de que mis padres, la formación cívica del colegio, mis peleas electorales con Mauro, fallaron. Ahora debo elegir entre la nada misma, porque nadie me cuenta para qué quiere ser presidente. Claro, ahora votar es lo difícil. ¿Cuáles son las principales propuestas de Daniel Scioli? ¿Cuáles son las propuestas principales de Mauricio Macri? No las dicen. ¿No las tienen? Scioli tiene miedo de tomar posición y a Macri un señor ecuatoriano le enseñó que la gente es boba y no quiere propuestas.
En otro sector aparece Sergio Massa, el único candidato presidencial que dice sus propuestas, o al menos al único al que se las escuché. Algunos me dirán: “Claro, como sabe que no llega, dice todo lo que suena lindo”. ¡Qué paradójico! Siempre pensé que lo interesante de ser político, de ser elegido, era poder usar la política como herramienta de transformación de lo que está mal. Y lo que está bien mejorarlo. Pero ahora resulta que si uno dice propuestas, es porque pierde, porque cuando uno está en el poder, no puede cambiar nada. Así funciona el pensamiento.
En la última semana les consulté a Scioli, Macri y Massa por sus cinco principales propuestas. El equipo de comunicación de Massa me hizo llegar las de Frente Renovador. Ni el kirchnerismo ni el macrismo se dieron por aludidos. No es menor saber que según un promedio de las tres principales encuestadoras, después de las PASO, el único candidato que creció es el exintendente de Tigre. Existen múltiples factores sobre este último punto, pero me gusta pensar que decir lo que uno piensa hacer algún premio debe tener.
Acá no se trata de elogiar a nadie, ni de hacer campaña por uno u otro, porque no es el sentido de estas líneas. Solo resaltar que de tres candidatos presidenciales con chances ciertas de gobernar, solo uno me dice para qué quiere mi voto o al menos qué hará si llega al poder.
El debate presidencial se volvió un sueño que parece que no se dará y yo me pregunto cuándo podrá cambiar esto, si nosotros, los periodistas, estamos más interesados en la interna chiquita que en saber el proyecto de cada uno. Tenemos esa idea de que la gente se aburre con las propuestas y es más interesante saber la traición del cuarto en la lista o el carpetazo del candidato a intendente.
En 50 días entraré al cuarto oscuro. Quizás lo haga dos veces en lo que queda del año. Sin propuestas, el cuarto oscuro es oscuro de verdad y eso hay que entenderlo. Las propuestas son las que me aportan luz. Las que ponen negro sobre blanco. Al fin y al cabo todo se parece a eso que cada tanto se escucha en las novelas románticas: “Decime la verdad y déjame que sea yo quien elija qué quiero hacer con eso”. Pasa en las películas, pasa en la vida real.