Entre Ríos y la República del Uruguay están profundamente unidas, entre otros factores, por un río. El intercambio de personas es continuo. Allí se diluyen las autarquías a las que hizo mención el presidente Mujica. Los tramites fronterizos son apenas una declaración de buena voluntad. Se presumen las simples necesidades cotidianas. Los precios de las compras del día pueden favorecer a una u otra región. Y el intercambio domestico se establece sin norma.
Sin embargo, y mas allá de una cálida relación facilitada por una extensa frontera, las diferencias en las resultantes de producción y exportación agropecuaria son enormes. Sólo hay que tener presente que las publicaciones diarias de los precios de los comodities se expresan en cifras internacionales sin quitas ni menoscabos.
Evitando caer en el simplismo de comparaciones numéricas, que puedan carecer de parámetros equilibrados, se observa en los resultados que el agro en Uruguay responde a políticas que priorizan precios al productor y posicionamiento en la exportación.
En Entre Ríos se nos presenta un complejo juego de políticas publicas que afectan directamente las economías regionales. Al querer reflejar con fidelidad posiciones nacionales, sin esquematizar las necesidades reales de una provincia, se producen duras contradicciones en el transcurrir de la inversión y el trabajo. El acotamiento a factores transitorios y oportunistas han proyectado en la provincia serios inconvenientes en productos como el arroz y el citrus. Otro ejemplo, que rebasa nuestras fronteras y se expande en el país, es el del trigo, con menos cantidad de hectáreas sembradas en 2012 que en los últimos 100 años.
En nuestra provincia, donde la principal fuente de recursos proviene del campo, se castiga al productor con una de las cargas impositivas mas altas del país. Entre las dicotomías vigentes, no se calcula el costo-beneficio de las medidas adoptadas frente a la necesidad de recaudar. En numerosos pueblos y aldeas los subsidios reemplazan al empleo digno. Contribuyen a ello dos factores: las dificultades del empleador para contratar trabajadores en los diversos rubros de la economía y la necesidad gubernamental de hacer sentir un cierto tipo de poder salarial en los necesitados, fidelizando su voto.
Entre Ríos, con excelente tierras, buenas condiciones climáticas y un generalizado conocimiento de las técnicas agropecuarias, no ha logrado mejorar la rentabilidad del productor. Como en otros sectores de la economía, los precios de nuestros comodities, debido a las retenciones aduaneras, están detenidos o en franca reducción dentro de un contexto inflacionario. Un caso emblemático es el de la leche. En 2002 un litro de leche se vendía desde el tambo a la usina en $ 0.24. En el día de hoy el precio oscila entre $ 1.60 y $ 1.80. En el mismo lapso el gas oil, insumo imprescindible para la actividad rural, paso de $ 0.48 por litro a $ 7. Tenemos así que mientras el precio de la leche se multiplico por siete, el del gas oil se multiplico por practicante quince. Algo similar ocurre con el trigo pan. En ambos casos se vio perjudicado el productor sin haberse beneficiado la mesa de los argentinos.
En general, es más sencillo ponderar la situación de un país fronterizo que estudiar sus causalidades profundas. Pero de cualquier modo, en el paralelo que estamos efectuando, las estadísticas tanto en producción como en exportación favorecen ampliamente al país vecino. Tan es así, que importantes miembros de la agroindustria han preferido instalarse en la banda oriental. Se basan en los siguientes números de un franco desarrollo: Argentina en los últimos 10 años aumentó su producción lechera en un 11%, Uruguay en un 60%. Respecto a la leche en polvo nosotros crecimos en exportación en un 84% mientras que Uruguay lo hizo en un 219%. En el sector cárnico en 1980 figuramos en el ranking de exportaciones mundiales en el segundo lugar, mientras que ahora figuramos en el décimo primero. En el mismo periodo Uruguay paso de no figurar en las estadísticas mundiales de exportación a ocupar hoy el séptimo lugar.
Estos datos no quedan reducidos a meras estadísticas. La ciudadanía en su conjunto se ve afectada por este decrecimiento productivo. En este momento no pueden establecerse planes de inversión ya que éstos no se ven apoyados ni por positivas expectativas futuras ni por créditos facilitadores a la actividad. Para Entre Ríos, sería importante no convertirse sólo en un buen paso de visitantes para el Uruguay. Necesitamos desarrollar las inmensas posibilidades humanas y productivas con las que cuenta la provincia. Solo es necesario implementar las políticas públicas necesarias.