Por: Juan Gasalla
El anuncio de la AFIP sobre nuevas imposiciones para paquetes turísticos y pasajes, que elevaron la alícuota al 20% como adelanto del pago de Ganancias y Bienes Personales, desnudó los apremios fiscales que atraviesa el Tesoro. Aunque la iniciativa apela a nuevas fuentes de recaudación antes que a evitar la creciente fuga de dólares por viajes al exterior, ésta produjo una reacción explosiva en el mercado de cambios informal.
La escalada del dólar marginal, si bien fue moderada por la acción oficial, cerró la semana con una ganancia de 5,4%, más que la apreciación del dólar oficial en todo el trimestre, de 3,8%, y amplió la brecha entre ambas cotizaciones al 65 por ciento.
La confusión y sorpresa de los analistas de mercado se propagó por la falta de fundamentos para explicar un incremento de tal magnitud, aun cuando es sencillo encontrar razones macroeconómicas para esperar que el dólar paralelo se escape.
Si un factor de presión sobre el precio del “blue” es la inflación, basta recordar que la divisa -en $8,48- ganó en menos de tres meses un 24%, casi el porcentaje de suba de precios minoristas previsto para todo 2013. Esta tasa anualizada llega al 100 por ciento, imposible de justificar en las actuales condiciones de la economía por nivel de reservas y precios internacionales. Cuando se estimaba que la matriz de la fiebre alcista de un dólar que subió 44% en 2012 era la expansión monetaria -en el orden del 40% anual-, el recorrido del precio informal en el transcurso de 2013 pulverizó este razonamiento.
Sólo la expectativa de que el dólar caro hoy va a ser barato mañana es el único sustento que le queda a la carrera ganadora de la divisa, que multiplicó por seis el rendimiento de un plazo fijo en pesos, exacerbada por los anuncios de mayores controles, que demostraron su ineficacia desde el inicio de las restricciones cambiarias en octubre de 2011. Desde entonces, el “blue” dio su veredicto: saltó un rotundo 88 por ciento. El frenesí que se vivió esta semana en el circuito paralelo fue consecuencia de la falta de señales sensatas de políticas de gobierno, que quitaron toda lógica a los precios: imperó la búsqueda de refugio de valor sin medir consecuencias.
El 1° de marzo, la Presidente brindó un discurso de más de tres horas ante la Asamblea Legislativa, en el que no dio respuestas a interrogantes centrales de la actualidad económica, como la inflación, el déficit fiscal y el atraso cambiario.
En enero, la presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, aseguró que el salto del dólar paralelo era “un fenómeno claramente estacional“, al que también vinculó con la “actividad ilegal” de los ahorristas que tienen vedado el mercado oficial. En el transcurso del año la emisión de pesos no frenó su ritmo y se mantuvo a una tasa del 40,7% en la comparación de febrero de este año con el mismo mes de 2012.
Las intervenciones del Banco Central para regular el mercado mayorista mantuvieron el atraso cambiario en el circuito oficial, donde el dólar se apreció 14,4% en 2012, contra un 25% de inflación real. A la vez, la salida de depósitos en dólares no se detuvo y las colocaciones en moneda extranjera de los bancos privados cayeron unos u$s7.400 millones, casi la mitad de las existentes antes de las restricciones. Por este motivo y la cancelación de deuda, la pérdida de reservas del Banco Central fue de u$s3.305 millones en 2012 y este año ya acumula 2.340 millones.
El titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, que supervisó la aplicación de los controles cambiarios ampliados con una sucesión de resoluciones a lo largo de 2012, anunció adelantos de impuestos reintegrables en 2014, como los que pesan sobre los viajes al exterior. Nada que funcione para regenerar la confianza de inversores y ahorristas.
El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, hizo su aporte a la incertidumbre al impulsar una tarjeta para las compras en supermercados y los controles de precios a través de acuerdos de palabra. La intervención que comanda en el INDEC destruyó la referencia irreemplazable del organismo para determinar la evolución de los precios y de los indicadores sociales. El Ministerio de Economía que conducen Hernán Lorenzino y Axel Kicillof tampoco ideó iniciativas para contener el déficit fiscal y diagramar una política antiinflacionaria.
A falta de alternativas más seguras, el mercado paralelo fue así receptor del excedente de pesos de ahorristas, pero también de empresas y grandes inversores que buscaron dolarizar posiciones ante la certeza de que la reacción oficial apuntará a paliar las consecuencias y no a erradicar las causas que llevaron a la generalizada aversión a la tenencia de moneda nacional.