Moreno vence al dólar, pero no a la inflación

Juan Gasalla

Desde hace seis semanas se sostienen con éxito las iniciativas oficiales para detener la escalada del dólar paralelo a través de un abordaje ortodoxo, a las que se suman los “aprietes” del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a diversos agentes del mercado cambiario, que comenzaron cuando la brecha entre el dólar libre y el oficial alcanzó el 100 por ciento y el funcionario tomó las riendas del combate contra la fuga al billete verde.

Esta política tiene sus costos: las operaciones realizadas por la mesa de dinero de la ANSeS, que vende bonos en dólares, son eficaces para depreciar el tipo de cambio implícito (“contado con liquidación”), pero también presionan a la baja a las cotizaciones de estos títulos públicos que aún permanecen en cartera. Es decir, se exponen los activos del ente previsional a cambio de bajar el dólar “blue”, ligado al “contado con liqui”, que es lo mismo que decir que se afectan los fondos de los jubilados presentes y futuros. Además, la entidad se priva de percibir dólares llegado el momento de los vencimientos de capital e intereses de esos títulos.

En el mercado paralelo siguen sin aparecer los vendedores, pero la agresiva acción oficial y la escasez de operaciones facilitan el desplazamiento bajista de la cotización marginal: la divisa cayó 25%, a $7,86, desde el récord de $10,45 del pasado 8 de mayo.

Distinto se observa el panorama para la inflación, un desafío específico para la cartera de Comercio Interior. Los controles de precios aplicados desde el 1° de febrero y el congelamiento de 500 productos desde el 1° de junio no consiguen despegar al incremento de precios minoristas del rango de 2% mensual. Aunque puede observarse una desaceleración desde que el Gobierno impulsó los acuerdos, la inflación se encamina a completar su cuarto año en torno al 25%, según los indicadores privados, para acumular un 140% en términos reales desde que arrancó el 2010, el triple que los registros del INDEC. El ente estadístico registró un alza de precios de 10,9% en 2010; 9,5% en 2011, y 10,8% en 2012. Si se anualizara el 3,8% que sumó en los cinco primeros meses del año (un 9,1% para 2013), se llegaría a una inflación acumulada de 47% en cuatro años.

El cierre de la mayoría de las negociaciones paritarias en torno al 24% alimenta la previsión de una inflación real para 2013 poco divergente con la de años anteriores.

Moreno cuenta con varias victorias “a lo Pirro” en el pasado. Sólo por recordar algunos ejemplos, en abril de 2006, el funcionario llevó adelante una cruzada para que el kilo de pan llegara a los consumidores a 2,50 pesos. Hoy, con valores que rondan los $16, este mismo producto básico aumentó en siete años un 640 por ciento. En ese período, el mercado triguero, que aporta el insumo esencial, sufrió una férrea intervención gubernamental de precios, que sólo se comenzó a flexibilizar una vez que se llegó en 2012 a la cosecha más escasa del cereal en 110 años, con 9,4 millones de toneladas, cuando Argentina mantuvo durante décadas una posición histórica como líder mundial en este cultivo.

También en 2006, el secretario de Comercio llevó adelante un plan para mantener los precios de de 13 cortes populares de carne vacuna junto a carniceros y supermercadistas, que se fue renovando en años subsiguientes con aumentos previamente autorizados y luego se fue diluyendo con el paso del tiempo. En julio de 2008, durante la crisis del campo por la aplicación de retenciones móviles, el titular de la Federación Agraria de Entre Ríos, Alfredo De Angeli, propuso abrir las exportaciones bovinas a cambio de mantener baratos los cortes populares. También ofreció como moneda de cambio para la rentabilidad sectorial que “los que quieran comer lomo que paguen 80 pesos” por kilo, cuando este bocado de exportación costaba 20 pesos. Los $80 por kilo ya se pagan en estos días en muchos supermercados porteños: en cinco años, este corte aumentó un 300 por ciento.

Las intervenciones en los mercados fueron parcialmente eficaces en el corto plazo, a la vez que generaron profundas distorsiones, que al continuarse en el tiempo no hicieron más que potenciar las subas hasta recuperar el ritmo inflacionario que arrastró al resto de los productos.

¿Pasará ahora lo mismo con el dólar? La brecha entre el oficial y el blue cayó debajo del 50 por ciento (a 47,2%) en 40 días. Así, el billete verde recortó su ganancia de 2013 a 15,1% en la plaza informal, un salto más acorde al ritmo de emisión de pesos, que aumentó en torno al 17% en lo transcurrido del año (35% anual), del 14,8% que subió el “contado con liqui” (que cerró 2012 a $6,81), y del 8,7% que acumuló entre enero y mayo de 2013 la “inflación Congreso” difundida por legisladores de la oposición en base a datos privados.

Sin embargo, no pueden omitirse varios factores que presionarán a la suba del “blue” y que estarán presentes en el segundo semestre del año electoral: la fuerte inyección de pesos propia de mitad de año por el cobro del medio aguinaldo y los aumentos de salarios, asignaciones y subsidios; la renovada emisión de pesos para cubrir el déficit fiscal, la inflación y la caída de reservas líquidas del Banco Central por el pago de deuda.