El modelo se financia con el esfuerzo de los trabajadores

Julio Cobos

En reiteradas ocasiones escuchamos sobre las bonanzas del modelo y la necesidad de continuar con él, sin detenerse a pensar en algunas de sus características. La realidad es que el modelo actual, lejos de sustentarse en el desarrollo productivo e industrial, se sostiene a costa de los trabajadores.

Si observamos la evolución de la recaudación en estos seis meses del último año del gobierno de Cristina Fernández, nos encontramos con datos que no nos sorprenden a quienes sostenemos desde hace tiempo que hay dos graves problemas que son fiel reflejo de la economía: la profundización de la crisis energética y el aumento de la presión impositiva.

En primer término, es notable cómo desde el 2011 a esta parte la situación energética ha complicado y condicionado la economía argentina. Este déficit estructural recibió como respuesta decisiones políticas erróneas como la restricción a las importaciones y el cepo al dólar. Esto provocó un notable desequilibro en las cuentas, desalentó inversiones y generó la pérdida de competitividad en el mercado mundial, producto de los incrementos en los costos de producción y afectó seriamente la balanza comercial argentina.

En segundo lugar, debemos analizar la presión impositiva del modelo económico actual. El impuesto a las ganancias, desvirtuado en su espíritu, se ha transformado no solo en un impuesto al trabajo, sino también en un impuesto a la pérdida del valor adquisitivo. La misma distorsión se aplica al impuesto a los bienes personales.

De la totalidad de los ingresos recaudados en el primer semestre de este año -791.435 millones de pesos-, 201.229 millones corresponden a ingresos por IVA. Esto es un 27,4 % más respecto a igual período del año anterior. En cambio, 181.273 millones corresponden al impuesto a las ganancias, lo que provoca un incremento mayor al 44 %. En tanto que los recursos aduaneros han registrado una merma del 5,3 % respecto al año anterior, lo que totaliza 60.069 millones de pesos, es decir, 3370 millones de pesos menos. Aumenta la presión impositiva, disminuye la recaudación por producción.

De mantenerse esta situación dentro de lo que el Gobierno llama continuidad del modelo, seguramente a fin de año se recaudará más de impuesto a las ganancias que de IVA y los recursos aduaneros seguirán decreciendo producto de las medidas erróneas que ha tomado el Gobierno. Esto, agravado por la falta de articulación con un sector clave en el desarrollo del país: el sector agropecuario. Han transcurrido siete años desde el conflicto con el campo sin que a la fecha se haya abierto una sola puerta para el diálogo que permita corregir el rumbo de este sector fundamental de nuestra economía.

Cambio y continuidad. Evidentemente si queremos una economía de producción, de generación de empleo, de inversión, necesitamos estabilidad económica y esto se logra con una inflación menor a un dígito, superávit en nuestras cuentas públicas, balanza comercial positiva, eliminación de restricciones comerciales, tipo de cambio único, reforma tributaria que incluya ganancias, bienes personales y retenciones a los productos de exportación.

Necesitamos cambiar para que los recursos que genera el Estado sean producto de la actividad económica y el desarrollo de los sectores productivos y no la continuidad del modelo impositivo actual, sustentado por los trabajadores.