Existe una relación inversamente proporcional fundamental para el desarrollo sustentable y sostenible de cualquier Estado Nacional: a mayor nivel educativo, menor nivel de pobreza. Basta recorrer la historia de diferentes países del mundo para comprobar que esta fórmula tan básica ha sacado de la pobreza absoluta a países como Corea del Sur, Singapur, Taiwán, India o China, entre otros. Singapur tiene hoy uno de los ingresos anuales per capita más altos del mundo superando en la lista a los Estados Unidos. Corea del Sur paso de ser un país agrícola en la década del 50, con un ingreso per capita de 900 dólares anuales a ser hoy una potencia con 27.000 dólares anuales per capita.
Lamentablemente esta receta ha sido poco aplicada por una gran mayoría de los países latinoamericanos, quienes parecen estar más preocupados por la igualdad y gratuidad de su educación, que por su excelencia. Es bueno igualar hacia arriba, deja de ser bueno cuando se iguala hacia abajo. Quizás la explicación radique en que los réditos de un país bien educado se obtienen recién después de 10 años. Es una política a largo plazo, de nulo impacto electoral, por lo cual son pocos los políticos que parecen estar dispuestos a jugarse por ello. Rinde mucho más invertir en infraestructura, construcciones, autopistas, rutas, planes sociales, y todo lo visible y tangible en el corto plazo, que pronto se traduce en las urnas a través del voto. Y hasta en muchos casos… sólo por el choripan y la coca.
Sólo algunas excepciones como Brasil, Chile y Uruguay parecen estar haciendo las cosas mejor.
El siglo XXI es el siglo del conocimiento: de la ciencia, la tecnología y la innovación. Es bueno crear nuevos ministerios con estos fines, pero sus resultados deben volcarse en la sociedad para que no queden en meros lindos edificios y buenas intenciones.
Las universidades con sus carreras y posgrados son el último eslabón en el sistema educativo de un país. Preescolar, la escuela primaria y el secundario son pilares esenciales y la base del sistema educativo. Si éstos no se encargan de preparar a sus alumnos como es debido, la universidad pasará a ser historia por más esfuerzos que realice, y sólo egresarán unos pocos elegidos e iluminados.
En esta primera fase, la educación debe ser gratuita y obligatoria, no hay ninguna duda al respecto. Pero los maestros deberían llegar a sus puestos por mérito, con un alto nivel de preparación. Así lo entendió Finlandia, país adherido a la enseñanza gratuita, y a cuyos maestros les exige tener maestrías y doctorados. Éstos están permanentemente expuestos a severas evaluaciones de nivel para poder mantener sus puestos.
En algunos países latinoamericanos, los maestros y sus sueldos están devaluados. Definitivamente sus sueldos deberían ser acordes con la importancia de semejante tarea como es la de formar alumnos que algún día serán la fuerza laboral e intelectual del país. Si un maestro debe trabajar infinidad de horas y correr de una escuela a otra para poder sobrevivir, difícilmente pueda cumplir bien con su trabajo. El maestro debe recuperar el estatus social que en algún momento supo conseguir. Debe ser valorado por la sociedad, pero para eso debe prepararse ya que también será exigido.
La educación no debe ser un monopolio del Estado. Es un tesoro muy valioso para dejarlo sólo en sus manos. La sociedad en su conjunto, tanto las familias como las empresas privadas, deben participar necesariamente. Muchos de los países asiáticos han entendido esto y las familias están totalmente comprometidas con la educación de sus hijos. Destinan gran parte de sus ahorros a la educación y exigen resultados, no sólo a las escuelas, sino sobre todo, a sus propios hijos. Los hacen estudiar entre 12 y 16 horas por día para no quedar atrás. Tanto padres como hijos buscan la excelencia, ser los mejores, tener promedios altos para así poder acceder, al finalizar el secundario, a las mejores universidades. En muchos países latinoamericanos, por el contrario, sólo se estudia para pasar. Me remito al caso de Argentina, donde prácticamente los chicos estudian con una calculadora al lado para ver qué nota necesitan para aprobar, y donde la generación de padres-amigos apoya más la vagancia que la excelencia. Si estudias sos un traga, si no, sos de un vivo bárbaro. Una mediocridad absoluta que se traduce luego en los resultados del país.
Por su parte, las empresas deberían participar a través de donaciones o becas para alumnos de acuerdo a sus requerimientos de determinados tipos o rubros de profesionales. También encargando trabajos de investigación remunerados a las universidades, de esta manera formando un círculo virtuoso entre ambos.
No puede haber desarrollo económico sostenible en el tiempo si no se tiene alto nivel educativo y académico. En definitiva, los futuros trabajadores, empresarios y políticos serán producto esto. Si la educación es mediocre, la sociedad será mediocre y sus ingresos serán mediocres. Corea del Sur y Singapur entendieron esto, comenzaron a hacer grandes cambios en sus sistemas educativos, y hoy, 40 años después, no sólo se encuentran entre los países con ingresos per capita más altos del mundo, sino que sus universidades están rankeadas entre las mejores del mundo.
India, China, Singapur, Finlandia, Suecia, Corea del Sur, Pakistán y otros entendieron que el inglés es el idioma comercial mundial por excelencia, y también técnico y científico. Mientras acá seguimos discutiendo si esto es “imperialismo”, estos otros países adoptaron el “pragmatismo” de imponer el inglés como segundo idioma transformando sus planes de estudios en bilingües, desde la escuela primaria. Rindió sus frutos… No sólo no perdieron su identidad, sino que crecieron dándole un mayor bienestar a una gran parte de su población, que en muchos casos se encontraba sumida en la pobreza.
En el caso de Argentina, los partidos políticos tienen gran responsabilidad, ya que a medida que se van alternando en el gobierno, borran con el codo lo bueno y lo malo del gobierno anterior. Si doy un paso hacia adelante y uno hacia atrás voy a estar siempre en el mismo lugar… difícilmente avance. En educación las consecuencias de esto son aún más nefastas. Es por eso que necesitamos trazar un plan educativo consensuado por los distintos partidos. Llegue quien llegue al poder, que éste sea siempre el mismo y se cumpla a rajatabla. No podemos seguir esperando la carroza en tiempos del tren bala.