El gran desafío del 2014: la paz

María Belén Chapur

Hace cien años, en enero de 1914, el mundo vivía un momento de gran esplendor. Todo parecía brillar. Importantes avances en tecnología y grandes descubrimientos científicos caracterizaron esta época que ve llegar a los primeros automóviles, el avión de la mano de los hermanos Wright, la construcción de la Torre Eiffel en París, y los antibióticos y vacunas de Pasteur. Era un mundo multipolar, dominado por varios imperios y países, que atravesaba un período de bonanza económico con aparente estabilidad y paz.

Los Balcanes, zona de conflictos y guerras, parecían estar lejos y los conflictos, delimitados a una región. Fue la llamada Belle Epoque. Pero lo que nadie imaginó ese enero no tardaría en llegar. Tan sólo seis meses más tarde y de la manera más inesperada, estallaría una guerra cruenta de características únicas. La primera guerra a nivel mundial, conocida como la Gran Guerra y más tarde renombrada Primera Guerra Mundial. El 28 de junio de 1914, sorpresivamente, es asesinado el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austrohúngaro en Sarajevo.

No hay explicación racional para que este hecho haya desencadenado un mes más tarde en semejante atrocidad. Lo cierto es que a partir del 28 de julio de 1914 y durante lo que restó del siglo XX, el mundo vivió la etapa más sangrienta en la historia de la humanidad. El saldo fueron ciento cincuenta millones de vidas perdidas durante todas las guerras acontecidas en este período.

La paz de Versalles, que puso fin a esta guerra, fue un arreglo vengativo de vencedores sobre vencidos, que no hizo más que crear odios, especialmente en Alemania, preparando los cimientos para la Segunda Guerra Mundial (1939 -1945). Así pasamos de un mundo multipolar a un mundo bipolar con la finalización de esta segunda gran guerra. La Unión Soviética y los Estados Unidos se erigen como los líderes del mundo. Se da comienzo a la llamada Guerra fría, que no fue más que una carrera armamentista entre ambos países con el fin de disuadir a través del poderío de las armas.

No tardan en llegar la guerra de Corea (1950-1953), seguida por Vietnam (1956-1975) , crisis de los misiles en Cuba (1962), e infinitas más guerras generadoras de tanta oscuridad en la historia de la humanidad.

En 1989 Estados  Unidos y su guerra de las galaxias, llevada adelante por el presidente Ronald Reagan, rinde sus frutos estrangulando económicamente a la Unión Soviética. Se produce el suceso histórico de la caída del muro de Berlín. Como resultado, la Unión Soviética queda totalmente desmembrada. El capitalismo, en la figura de Estados Unidos, triunfa sobre el comunismo dando lugar a una nueva etapa en nuestra historia.  El mundo pasa de bipolar a unipolar, con el firme liderazgo de los Estados Unidos, quien se erige como guardián del mundo. Tanto sus fuerzas armadas como sus avances en ciencia y tecnología no pueden ser superados por ningún otro país. Comienza un período de cierta estabilidad en el mundo con unas pocas guerras de alcance limitado, pero donde la violencia sigue haciéndose presente.

Con el 2008 llega la gran crisis económica de la mano de las “subprime“, con epicentro precisamente en el país más poderoso del mundo, dejando en evidencia que el capitalismo también tiene sus fallas como sistema absoluto. Crisis que por su efecto dominó pone en jaque al mundo entero nuevamente. La novedad: los mercados emergentes son los primeros en recuperarse y comienzan a crecer vigorosamente. Con los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) a la cabeza.

En Estados Unidos asume Barack Obama, convirtiéndose en el primer presidente afroamericano. La delicada situación económica sumado a los sentimientos de la opinión pública contrarios a seguir luchando en tierras lejanas donde nada parece resolverse, lo obligan a concentrarse en los asuntos internos y a replegar sus fuerzas en el mundo perdiendo así el rol tan importante de liderazgo. China, Japón, la Unión Europea y algunos países emergentes van recobrando poder. Poco a poco el mundo se vuelve multipolar nuevamente para comenzar un nuevo ciclo que puede resultar altamente peligroso si nos remitimos al pasado y al comienzo de este escrito.

En este nuevo mundo multipolar, donde la brecha entre ricos y pobres se sigue profundizando, el descontento social no tarda en hacerse oír en diversos rincones del mundo. Es así como aparecen ” Occupy Wall Street“, “los indignados” en España y las “primaveras árabes” encabezadas por Túnez, donde un joven desempleado, bien educado, es marginado y decide prenderse fuego e inmolarse frente a una comisaría local en enero de 2011 logrando un efecto contagio en toda la región. Por primera vez en Oriente Medio las poblaciones se sublevan contra las propias estructuras árabes del poder oficial y no contra los extranjeros. Libia, Egipto y Yemen siguen el ejemplo. Pero estas primaveras pronto se transformaran en oscuros inviernos donde un tirano es reemplazado por otro sin lograr el objetivo de mejorar situación alguna y llevando a una gran inestabilidad en toda la región.

La zona, casi fuera de control, se  transformó en una bomba de tiempo a punto de estallar en cualquier momento. El problema es aún más complejo. Es una lucha religiosa y política entre sunníes y chiítas que data de miles de años y promete no cesar.

Irán, única nación completamente chiíta y con ansias de recobrar el poderío en la región, enriquece uranio con fines bélicos encubiertos. Atentos a la debilidad en materia de política exterior de la administración Obama, aprovechan a negociar sin dar mucho a cambio mientras ganan tiempo para seguir armándose.

Siria, con Bashar Al Assad a la cabeza, perteneciente a una minoría chiíta entre una mayoría sunita , continúa con su sangrienta e interminable guerra. Al Qaeda y los rebeldes que no parecen ser una opción más prometedora, avanzan.

Irak, con sus 8000 muertos en el 2013; Libia, con sus luchas tribales; Egipto, donde un fallido intento democrático pone en el poder a Mohamed Morsi y su Hermandad Musulmana para poco después ser depuesto por un golpe de Estado, retornado los militares por medios violentos al gobierno. Líbano, Jordania, todos con situaciones internas de gran inestabilidad.

Israel y Palestina, en un proceso de 9 meses que culmina en abril para llegar a un acuerdo de paz, pero que aparenta quedará en la nada como tantos otros intentos. Y de lograrlo, ¿quién garantiza que Hamas lo cumplirá o estará de acuerdo si la misma Autoridad Palestina hoy esta dividida entre Fatah, con Mahmoud Abbas quien gobierna desde Ramallah, y Hamas, que funciona y gobierna como cuerpo legislativo electo en la Franja de Gaza?

Palestina hoy parece ser un tema menor para Israel, frente a la verdadera amenaza que constituye Irán, quien propaga y promulga su odio enraizado contra el pueblo judío.

¿Será Medio Oriente los Balcanes de 1913?  ¿Sólo el principio de un trágico final? El mundo hoy no pareciera preparado para comenzar un conflicto mundial pero tampoco lo estaba en 1914. ¡Cuidado!, a estar alerta y no subestimar la locura de algunos y violencia de muchos. Estamos comenzando el 2014 con una gran recuperación económica, bonanza en los mercados, importantes avances en la ciencia y tecnología. Esperemos no sea una nueva Belle Epoque y sepamos ver más allá y prevenir.

Debemos actuar con responsabilidad moral para lograr un mundo mejor. Trabajar conjuntamente dejando los intereses particulares de cada uno, teniendo como único fin el bien común. Tenemos la obligación de promover y fomentar la educación para todos en cada rincón del mundo. La educación brinda mayor igualdad de oportunidades. Debemos modernizarla y adaptarla a las necesidades de cada país. La gran desigualdad y la pobreza siguen siendo el mal de nuestra época. No olvidemos que las ideas se transforman en poderosas cuando ofrecen esperanza a quienes se sienten marginados. No entreguemos este poder a los violentos.
No sigamos cometiendo los mismos errores del pasado y que al final de cuenta Einstein tenga razón cuando dijo: “Existen dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo, no estoy tan seguro”. Empecemos a actuar antes de que sea demasiado tarde.