Parecería ser que de golpe entramos en el túnel del tiempo y volvemos a un mundo bipolar plagado de conflictos donde o se está de un lado o del otro. Por su parte, Estados Unidos con la administración Obama decide replegarse, dejando un vacío en términos de política exterior, para concentrarse más en su propio territorio, y en su proceso de recuperación económica, luego de la profunda crisis del 2008 que lo dejara casi al borde del abismo arrastrando también al resto del mundo. Rusia, comandada por Vladimir Putin, quien se resiste a tener un rol secundario, observa con atención este espacio vacante y vuelve a soñar con un lugar de preponderancia en el mundo, y hasta -por qué no- reconquistar parte de lo perdido tras la caída del Muro de Berlín. Con una economía más robusta pero aún endeble, decide prestar apoyo a todo aquel que se revele contra el poderío americano y hasta levante las difuntas banderas del comunismo transformado hoy en una deformación de la democracia, mejor conocida como cleptocracia, donde gobiernan los más corruptos, los que roban no sólo dinero, sino lo que es peor aún, el futuro de generaciones enteras.
Cuba y Corea del Norte, últimos bastiones completamente comunistas que condenan a sus sociedades al retraso, igualan para abajo redistribuyendo pobreza.
Mientras tanto, los países de la Unión Europea comienzan a abandonar la crisis liderados por Alemania, quien luego de haber sido derrotada y destruida en las dos grandes guerras se levanta con más fuerza que nunca y vuelve a erigirse como potencia europea de la mano firme y austera de Angela Merkel.
Japón parece comenzar a dejar sus largos años de estancamiento y letanía para comenzar a crecer. China, el gigante asiático, con su fórmula mixta de dictadura y economía de mercado sigue creciendo a niveles del 7% -aunque pueda parecer bajo frente al 11% anual de los últimos diez años, sigue siendo un nivel muy alto. Juega en silencio, sin exponerse, no tomando posiciones en los diferentes conflictos, mientras cual brillante jugada de ajedrez avanza en regiones como África que le son estratégicamente indispensables para obtener los recursos naturales, y compra bonos del Tesoro americano habiéndose transformado en el mayor tenedor, dándole esto suficiente poder sobre los Estados Unidos, algo para para no menospreciar.
Retomando el concepto de cleptocracias, éstas no son más que una nueva forma de gobierno del siglo XXI, donde quienes llegan al poder lo hacen a través del voto -a veces fraguado, otras no- con el sólo fin de robar para la corona o para sí mismos. Los gobernantes de estos países se dedican casi enteramente a gravar los recursos y a la población del país por medio de impuestos y regularlo todo. El dinero recaudado es utilizado en detrimento del país y en beneficio propio. Tanto dirigentes como allegados suelen así amasar grandes fortunas asegurando su futuro y el de sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, pero embargando el de sus naciones. Estos países suelen ser dependientes de sus materias primas como única fuente de riqueza, y sus gobiernos echan mano a ellas. Sus economías suelen entrar en constantes crisis producto de los desmanejos políticos, es sólo cuestión de sentarse a esperar. Los países que comparten esta forma de gobierno van destruyendo poco a poco las instituciones, concentrando el poder, cercenando las libertades, acaparando los medios de comunicación y corrompiendo todo lo que encuentran en su camino, hasta la misma justicia, para así evitar ser juzgados. Encabezan las listas de países con mayor índice de corrupción, menor libertad y competitividad. Estos países se encuentran distribuidos por toda la orbe pero sobre todo concentrados en Latinoamérica y África.
En las verdadera democracias existe un real equilibrio de poderes que se controlan entre sí. Los impuestos recaudados y riquezas generadas vuelven a la sociedad al reinvertirse en educación, salud, seguridad, infraestructura y tecnología e innovación garantizando así el crecimiento y mayor desarrollo en el largo plazo. Redistribuyen bienestar por doquier a todos sus habitantes.
Pero en este nuevo mundo, el ingrediente novedoso y de preponderancia es la tecnología y los medios sociales que hacen de las suyas y parecen ser irrefrenables. Ya han generado revoluciones como las primaveras árabes, y han demostrado su fuerza de convocatoria y difusión en cuestión de segundos traducida en movilizaciones contra los gobiernos en diferentes partes del mundo.
También han demostrado cómo se pueden robar 1.8 millones de documentos con información confidencial distribuyéndolos a los medios en el mundo para que se hagan públicos, dejando en evidencia cómo todos los países, Estados Unidos a la cabeza, se espían unos a otros.
Habrá que ver cómo sigue un mundo que por un lado avanza y por el otro parece haber entrado en un período de franca decadencia.